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Soldados para guerras 20
El «combatiente del futuro» combina la tecnología de internet con la esencia del infante y lo convierte en el sistema de armas más eficaz del mundo
Un soldado que puede ver sin ver, disparar sin encarar, dar órdenes sin hablar, auscultar sin acercarse, mover a sus subordinados sin tocarles... Es el soldado del futuro, la guerra 2.0. Y el futuro es hoy. Decía Camilo José Cela que no hay ningún «oficio más bello que el de infante, que lleva su casa a cuestas como el caracol y se pelea porque no admite jaques». Nada ha cambiado desde entonces en la esencia del infante, en su misión ni su pasión, sigue sin admitir jaques, pero sí ha variado esa casa a cuestas. Si Cela se fijara en uno de los 26 «combatientes del futuro» que actualmente existen, equipados con sus prototipos, vería que el soldado que él conoció se ha convertido casi en un guerrero futurista más propio de Verne: en el casco, un pequeño visor se posiciona frente al ojo y le sirve de pantalla de ordenador; en el hombro, un transmisor para localizarle y para enlazar con otros soldados; debajo, un «mando a distancia» con cinco botones; en un bolsillo, un mini-ordenador; colgando de un lado de su cuerpo, un enchufe para recargar la batería; del otro, un lápiz de memoria electrónico para cargar la misión que hace también las veces de caja negra; y en su fusil, dos visores, una cámara, tres punteros y dos joystick para manejar el ordenador también desde el arma. ¿Y para qué todo eso? Como si fuera un internet a pequeña escala, ese soldado está conectado a sus compañeros de pelotón, a un puesto de mando, a vehículos, helicópteros y aviones de combate mientras recibe y emite permanentemente información, imágenes, alertas, coordenadas y estado de salud. Así, ya no es sólo un fusilero al uso, es un sensor en medio del campo de batalla, un localizador de objetivos y un informador inigualable.El elemento clave de todo este aparataje, el centro neurálgico, es ese mini-ordenador. En una pantalla un poco más grande que un paquete de tabaco, el soldado tiene un campo de batalla tecnológico a su disposición. Mapas, órdenes, amenazas, movimientos, posiciones, soldados, imágenes aéreas, contadores de munición, estado de salud de su pelotón, todo lo imaginable en una batalla. La cámara del fusil, conectada al visor, permite disparar tras una esquina sin asomar más que el cañón. El ordenador, al localizar a los compañeros de pelotón evita el «fuego amigo» incluso en una masa de gente enloquecida. Y el visor del arma permite ver de noche o a través del humo. Son sólo ejemplos de lo que hace el «combatiente del futuro», pero puede ir a más. Ocho militares encabezados por el coronel José Ramos se devanan los sesos en lograr que el infante del futuro sea más capaz, más versátil y más fuerte gracias a la tecnología. No están solos. Empresas como EADS, Isdefe, Indra, GMV, Iturri, Amopack y Fedur, y universidades como la Politécnica de Madrid o la de Granada han aportado lo suyo. Y siguen en ello. Aunque el equipo «sólo» pesa 30 kilos, las investigaciones buscan hacerlo más ágil. Indagan para encontrar un modo de retroalimentar la energía que consume el sistema. Hoy aguanta unas ocho horas con la batería. Hay que hacerlo más pequeño y para ello se bucea en la nanotecnología mientras se buscan prendas que evacúen el calor y se trata de hallar una «conciencia situacional en interior de edificios», que hoy es una limitación.¿Y si la tecnología falla? Como decía el general Patton, «quizá las guerras se hagan con las armas, pero son los hombres los que las ganan». Y eso, los responsables del programa lo saben.
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