Andalucía
Griñán desmiente a Rubalcaba
Ante la inminente reunión que este jueves celebrará el Consejo de Política Fiscal y Financiera, las comunidades autónomas dan los últimos toques a sus cuentas para que cuadren con el objetivo de déficit del 1,5% del PIB. Dos de las que mayor peso fiscal tienen, Cataluña y Andalucía, anunciaron ayer recortes multimillonarios en sendos presupuestos, cuyos principales perjudicados son los funcionarios y los empleados de las empresas públicas. Sin embargo, pese al esfuerzo evidente de ambos gobiernos autonómicos, existen dudas razonables de que las cuentas cuadren. El propio presidente catalán admitió ayer que no puede «garantizar por completo» la consecución del objetivo. En cuanto a Andalucía, las perspectivas son aún menos fiables. De entrada, sorprende que no hayan dado la cara el presidente Griñán ni el vicepresidente Valderas, teniendo en cuenta que han modificado los presupuestos en 3.500 millones de euros. La dureza de los recortes bien lo habría merecido. Hasta es posible que los funcionarios, los grandes paganos, lo habrían valorado como un gesto de gallardía. En efecto, el recorte del gasto en 2.500 millones recae en gran medida sobre la función pública, que tras el varapalo que le dio el anterior Gobierno del PSOE, verá reducido aún más los sueldos y suprimidos ciertos complementos salariales y pagas extras. Además, se amplía su jornada laboral de 35 a 37,5 horas semanales, lo que obligará a un reajuste en los salarios de los interinos. Como se puede comprobar, la Junta socialcomunista de Andalucía echa mano de recetas que hasta hace poco tachaba de neoliberales y enemigas del Estado del Bienestar. El hecho de que castigue a los funcionarios para no reducir las sobredimensionadas plantillas de los interinos tiene una explicación muy poco honrosa: son los 30.000 colocados a dedo por el PSOE durante estos años y los que le han impedido al PP obtener la mayoría absoluta. Pero como ni aun así las cuentas andaluzas encajan, Griñán-Valderas dan otra vuelta de tuerca sobre el IRPF y otros impuestos para recaudar 1.000 millones que no sólo penaliza gravemente a las clases medias, sino también a los pensionistas. De una tacada, los progresistas gobernantes andaluces le han arruinado a Rubalcaba el discurso victimista y reivindicativo que esgrime contra las reformas de Rajoy. Por lo demás, al contrario que Griñán, Artur Mas sí compareció para explicar someramente el tercer plan de ajuste que adopta en dos años de gobierno. En esta ocasión, el tijeretazo es de otros 1.500 millones y afectará a las plantillas de las empresas públicas, a la Formación Profesional, a inversiones y a privatizaciones. Aunque Mas demuestre menos cinismo que su homólogo andaluz, tampoco escapa a la tentación de culpar a Madrid de los sacrificios, como si los gobernantes catalanes de antes y de ahora fueran inocentes de tanto despilfarro, incuria y malversación.
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