Badajoz
Badajoz toma la calle durante el carnaval
Del 17 al 21 de febrero, la capital pacense se tiñe de color para celebrar una de sus citas más esperadas, el carnaval. Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, las comparsas, las murgas y los disfraces muestran la cara más divertida de la ciudad
Los carnavales en Badajoz de siempre fueron una de las fiestas que mayor fervor despertaban entre la población. En una ciudad amurallada, plaza fuerte fronteriza, el carnaval era una de las fiestas más esperadas del año. Los carnavales pacenses de antaño tuvieron épocas de esplendor, en especial, desde el último tercio del XIX hasta el primero del XX. Tras el largo paréntesis de la Guerra Civil, la postguerra y la censura franquista, fue a comienzos de los 80 cuando grupos de desinhibidos ciudadanos convocaron al pueblo pacense a salir a la calle disfrazado. Y fue justo en 1981 cuando arrancó en Badajoz la primera edición del carnaval contemporáneo.
Y en estas tres décadas, la fiesta pacense, por su espectacularidad, alta participación y respaldo popular, ha devenido en la fiesta mayor de la ciudad, una cita que se ha erigido en el referente más poderoso de su patrimonio inmaterial, su más preciada seña de identidad. Todo un acontecimiento sociocultural que a nadie deja indiferente, lo que le ha valido su reconocimiento, en octubre de 2011, como Fiesta de Interés Turístico Nacional. En los cinco días que dura –este año, del 17 al 21 de febrero–, el carnaval se apodera de la ciudad, de sus calles y plazas, de su emblemático teatro López de Ayala y de sus muchos locales hosteleros, siendo miles de pacenses y visitantes quienes, olvidándose por unos días de la rutina cotidiana, se entregan con fruición a la diversión y el goce, disfrutando con los mil y un disfraces, ritmos y coreografías de sus vistosas comparsas, las letrillas mordaces y picaronas de sus murgas y, sobre todo, de su increíble ambiente callejero.
Pero hay varios momentos que nadie quiere, ni debe, perderse. El viernes de carnaval, desde el balcón del Palacio Municipal, tiene lugar el pregón anunciador de la fiesta, contándose este año con el famoso grupo musical El Desván del Duende. Para, a continuación, asistir a la finalísima de su afamado concurso de murgas en el teatro López de Ayala. Certamen que, dado el elevado número de grupos inscritos (este año, nada menos que 33), necesita de dos fases previas.
Gran desfile
El domingo de carnaval es otro de los momentos más esperados, pues en las primeras horas de la tarde tiene lugar el gran desfile-cabalgata de comparsas, ataviadas con rutilantes indumentarias, moviéndose al son de sus grupos de percusión. Desfile único, arrebatador, con más de 4.000 participantes, integrados en más de 70 comparsas, incluyendo un parque regular de carrozas y artefactos rodantes.
La fiesta carnavalera tiene un digno epílogo el martes de carnaval, en el barrio de San Roque, con el Entierro de la Sardina, cuando decenas de comparsas y gente disfrazada por libre acompañan a la difunta sardina, cuyo ataúd va escoltado por un esperpéntico cortejo de viudas, curas, acólitos y guardias civiles de pega, para, a su término, degustar una sardinada popular, con pan de pueblo y vino del bueno.
Y entre medias, sábado y lunes de Carnaval, al anochecer, es el tiempo en que los ciudadanos festivos se dedican, convenientemente disfrazados, a divertirse por libre, a su aire, enrolándose en grupos de amigos, hasta que el cuerpo aguante. O siguiendo a las comparsas por las calles del casco histórico y del centro moderno de la ciudad, mezclándose con ellas. O a las murgas, con sus actuaciones en los escenarios callejeros y en los bares, con los locales a reventar, hasta que den las del alba.
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