Quito

Jardines verticales

Las fachadas verdes pueden reducir la factura de la luz hasta en 500 euros por metro cuadrado, son capaces de absorber 40 toneladas de CO2 por cada 60 m, mientras producen oxígeno. La crisis está frenando su beneficiosa expansión por la península, obligando a las empresas españolas a emigrar a países de América Latina o de Emiratos Árabes 

Jardines verticales
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Según el equipo del profesor Hoyano Akira del Instituto Tecnológico de Tokio, los jardines verticales reducen la temperatura dentro de los edificios hasta en cinco grados y ayudan a mantener el calor en invierno, con la consiguiente reducción del consumo en climatización de unos 500 euros por m2. A esto hay que añadir que un metro de este tipo de instalaciones produce la misma cantidad de oxígeno que una persona consume durante un año, y al mismo tiempo absorbe unas 40 toneladas de CO2 cada 60 m2.

Seguramente todos recuerdan el jardín del edificio Caixa Forum de Madrid. Este espacio de 460 m2 ajardinados, con unas 15.000 plantas de 250 especies, fue obra de Patrick Blanc, una de las figuras más reconocidas internacionalmente y pionero en este tipo de infraestructuras. El proyecto entero, que incluye la plaza, supuso una inversión de 60 millones de euros. Su jardín se compone de varias capas: una estructura metálica se sujeta a la pared y crea una bolsa de aire que separa la instalación de la fachada y ayuda al aislamiento térmico. Se suman a la estructura una capa de PVC y un fieltro donde se bombeará el riego y los nutrientes necesarios para la supervivencia de las plantas. El peso de su sistema es de 30kg por m2, según los estudios del autor.

Paisajismo Urbano es en España la heredera de las premisas de Blanc. Cuando terminó la patente francesa en 2010, certificaron la suya propia con mejoras en el sistema de control de riego: «La mejora fue significativa. Hay que medir todo porque con 30.000 o 40.000 plantas nada se puede dejar al azar; se hace un control químico exhaustivo y los datos (nivel de fósforo, nitrógeno, etc.) van a parar a un ordenador; éste ordena dar a la planta las vitaminas que necesita. Desde el iPhone se puede controlar hasta la velocidad de crecimiento», explica Ignacio Solano, responsable de la patente. Algo también importante es el conocimiento del ecosistema, no en vano prefieren referirse a sus instalaciones como ecosistemas verticales. Maximizan el uso de especies autóctonas (trabajan con los jardines botánicos de las zonas), y acompañan el crecimiento de la planta desde la raíz: «La vida de una planta comienza en las interacciones previas en la tierra, a nivel de hongos y bacterias. Cuando se planta se inocula un hongo en la raíz que aumenta su capilaridad y frena la entrada de patógenos, de esta manera se impide la reposición, que es uno de los grandes costes. Es como nuestra flora intestinal», dice Solano.

Acaban de terminar la instalación de un macro jardín de 1000 m2 en un centro comercial de Quito (Ecuador). Está repartido en nueve jardines, tanto exteriores como interiores, y es el primero del país. Cuenta con 90.000 plantas de las cuales 60 son autóctonas, según explica el estudio, que asegura que este tipo de estructuras tiene gran aceptación en el mercado de América Latina. Porque, a pesar de las intenciones y de algunos ejemplos puntuales, como el del edificio del Ciclo integral del Agua del Cabañal Valencia –de Jardinería Villanueva–, los proyectos en España son cada vez más escasos.

Una de las instalaciones más características de la Península es la del edificio de Tabacalera de Tarragona de Jardinería Villanueva y Vivers Ter. No llega al año de vida y actualmente cuenta con certificación Cradle to Cradle y está en proceso con LEED. Se trata de una estructura modular, en este caso con sustrato: «El sistema utilizado es el único patentado como sotenible para la reutilización de aguas grises y fecales», explican sus autores. Sus 2.550 m2 de fachada verde sirven para regenerar el agua del alcantarillado: «El parque horizontal dispone de una depuradora de aguas negras que se convierten en grises en el muro y en potable, por una depuradora que funciona con energía solar», explican desde el estudio. Ahora, están trabajando en varios proyectos en Qatar, porque aquí está todo parado, así que su nicho de mercado se ha trasladado a Argelia, Marruecos y Emiratos Árabes.

Diferentes sistemas y especies
Cada proyecto implica un solución diferente que dependerá de la climatología de la zona, de las especies a instalar y de la cantidad de agua que necesiten. «Básicamente se dividen en dos grandes grupos, los que usan contenedores con sustrato y los sistemas hidropónicos con paneles o fieltros inertes que necesitan el aporte de nutrientes a través del agua», explica Jordi Serramia de Urbanarbolismo. Su empresa está redactando un proyecto para cubrir tres fachadas del palacio de Congresos de Vitoria (1.150 m2) con un sistema hidropónico. Las grandes instalaciones con sistemas hidropónicos suelen ser más costosas –«pero se pueden compensar con materiales baratos», dice Serramia–, y en los sistemas con sustrato, las plantas aguantan más: «Aunque éste tiene poca vida útil y hay que cambiarlo. Si tu jardín no es accesible y sabes que tendrás que cambiar el sustrato, igual no merece la pena», explica. Lo importante de estos jardines está en la captación de CO2; unos 1000 m2 de instalación absorberían anualmente 25.000 Kg de CO2 y suministrarían oxígeno a unas 200 personas. Los expertos consultados coinciden en que lo importante es hacer un estudio de las condiciones para instalar un sistema u otro, una selección adecuada de las especies en función de la climatología (Madrid, por ejemplo, ofrece dificultades por sus bruscos cambios de tiempo y su escasa humedad). Y apuntan a que un mayor número de especies aumenta la resistencia a plagas.

Otro ejemplo de sistema de sustrato para gran formato es el del hotel Mercure Madrid Santo Domingo, un jardín de 24 metros de altura, 1.000 metros de superficie y 400 jardineras: «En los sistemas hidropónicos, si se estropea el sistema de riego, las plantas aguantan menos. El jardín del hotel ha estado un mes y medio sin regar. Además, la tela hace que ocupe menos espacio pero que las plantas a instalar no sean muy grandes», explica Manuel Pasquín, responsable de la instalación del Mercure, quien detalla que han plantado cipreses de seis metros y ocho árboles de más de cinco metros. Aquí las reposiciones son semestrales, en primavera y otoño se cambian las plantitas por las de temporada. En cuanto a consumo de agua, según sus cálculos, la instalación recibe la misma cantidad que caería en el solar del hotel anualmente si éste no estuviera construido y calculando para Madrid un volumen de precipitaciones de entre 600 y 800 m3.