Berlín
Una Europa constante en un mundo cambiante
España se encuentra sumida en una profunda crisis de la que sólo podrá salir con gran esfuerzo e importantes sacrificios. Las consecuencias del mal gobierno trascienden lo económico y se proyectan sobre nuestras instituciones y sobre numerosos ámbitos de la vida en sociedad.
El Gobierno socialista ha logrado la cuadratura de un círculo vicioso del que forman parte no sólo el descontrol de las cuentas públicas y la mayor tasa de desempleo de nuestra historia reciente, sino también el desmantelamiento de los consensos de la transición, el debilitamiento de nuestra democracia, el abandono del proyecto de nación y la fractura de la sociedad española en diversos grupos. La sombra de nuestra crisis es alargada y tiene también graves consecuencias en el ámbito internacional. Ensimismada en sus propios problemas y carente de un proyecto serio de presencia global, España se ha convertido en un actor irrelevante y poco creíble. Como el boxeador noqueado que espera a que le reconstruyan en la mesa de operaciones, nuestro país no cuenta para las grandes citas internacionales. Ni está ni se la espera. Para recuperar su presencia y credibilidad internacionales, España necesita abordar urgentes reformas que reconduzcan su situación, pero también contar de su lado con una Europa que sea capaz de afrontar los retos que plantea el mundo cambiante en el que vivimos. Una Europa fuerte firmemente anclada en los valores que le son consustanciales y que le permitieron sobreponerse con éxito, entre otras, a dos guerras mundiales, varias crisis económicas y tiranías de distinto signo. Una Europa que salga cuanto antes de su actual coyuntura económica para recuperar los valores y el espíritu de sacrificio que la han convertido en un ejemplo exitoso de integración política y económica. Una Europa, en definitiva, que se pueda presentar ante el mundo como un actor dotado de una gran capacidad de liderazgo para la resolución de retos como la crisis financiera, la amenaza del terrorismo global o las crecientes demandas energéticas, y que pueda dar una respuesta rápida en apoyo de nuevos fenómenos como la «Primavera Árabe», que promueve para aquellos países un futuro basado en el respeto a la ley, la democracia y la igualdad de oportunidades. Si España y Europa vuelven a hacer las cosas de manera correcta, tienen una gran oportunidad por delante. La historia nos ha dado numerosas lecciones en ese sentido. No hace falta remontarse a la transición española, el derribo del Muro de Berlín o la reunificación alemana. David Cameron, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy son buenos ejemplos de líderes que han sido capaces de poner en orden los desmanes de gobiernos precedentes, se han atrevido a abordar las reformas necesarias y están asumiendo el liderazgo que Europa necesita. Todos ellos constituyen un gran ejemplo a seguir para un Mariano Rajoy al que corresponderá, en primer lugar, implementar el ambicioso programa de reformas que ya ha apuntado desde la oposición, para poder en paralelo devolver a España al lugar de privilegio que le corresponde en el panorama internacional. La historia reciente de Europa y España nos dice que el camino del éxito es posible. Es un error dejarse llevar por la inmediatez cayendo en el escepticismo respecto al futuro de Europa como actor global y de España como nación. Europa puede aprovechar la salida de su «tragedia griega» para, apoyándose en sus propias asimetrías, armonizar de manera más eficaz sus políticas. España, por su parte, debe recuperar cuanto antes su proyecto de nación y sus consensos básicos, mientras sale de la crisis económica apostando de manera rotunda por la estabilidad presupuestaria y la flexibilidad. El curso internacional del Campus FAES 2011 va a congregar a un número importante de expertos para analizar en profundidad cuestiones como las políticas llevadas a cabo por países que, como Polonia, han sustituido el totalitarismo comunista por las ideas de libertad; las reformas propugnadas por David Cameron, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy para sus países y para Europa; el futuro de Estados Unidos tras las elecciones presidenciales de 2012; el impacto de los nuevos grupos democráticos en el mundo musulmán; la reorganización del terrorismo yihadista tras la muerte de Osama Ben Laden o el futuro de la democracia en América Latina, entre otros.
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