Cataluña

Contra la fuerza por J Manuel GÓMEZ-ESCOLAR

José Tomás cortó siete orejas en la plaza de Madrid en su última feria en este coso
José Tomás cortó siete orejas en la plaza de Madrid en su última feria en este cosolarazon

Tras esa tormenta antitaurina que se ha gestado en Cataluña, parece que llega la calma. La intentona de prohibir los toros en esa parte de España parece que se va diluyendo como un azucarillo. Un puñado de adoctrinados vociferantes trataron de basar semejante tontería esgrimiendo, hasta el aburrimiento, el argumento tan manido y peregrino del sufrimiento de los toros. El sufrimiento forma parte de la vida. Sufren los animales que son cazados y que son pescados y sufren los seres humanos. Sufren las mujeres que deciden abortar y los seres nonatos a quienes se les quita la vida. También los marginados y los miles de personas que, en el mundo y a diario mueren de hambre y la verdad es que poco o nada se hace por evitarlo. En cambio, qué casualidad, matar a los toros supone un atentado contra los sentimientos y la justicia. Pura hipocresía. Demagogia barata. Matar a los animales es necesario para la supervivencia del hombre y el procedimiento de llevarlo acabo no es tan importante como el fin de la acción. Matar y maltratar a las personas, sí debería ser objeto de especial consideración en cualquier parlamento que se precie.También se ha argumentado, esta vez a favor de la fiesta de los toros, con la belleza y plasticidad del toreo, con la pintura, la escultura, la literatura, el teatro y la música, sensaciones y cultura que envuelven y rodean al mundo del toro bravo.Y al final, de lo que se ha hablado poco o nada es del origen ancestral de la lucha de la inteligencia del hombre contra la fuerza bruta del animal y que todavía en nuestros días perdura.Ahora comienza una nueva feria y una vez más los hombres, en este caso toreros, con su inteligencia y sus engaños, tratarán de someter y vencer, hasta las últimas consecuencias, a los toros, portadores de la fuerza bruta. La historia es testigo y la historia continúa.El torero triunfa cuando tiene la pelea encauzada, cuando el animal está entregado y sometido y cuando lo abate definitivamente. Disfruta de la victoria, del triunfo de su inteligencia sobre la fuerza, al principio descontrolada, de la fiera.Y este hecho, que se viene repitiendo desde el origen de los tiempos, y que no admite controversia, es el que debería servir, como punto de meditación, para empezar a zanjar, de una vez por todas, tantas inútiles y cansinas discusiones políticas.

J. Manuel GÓMEZ-ESCOLAR