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La Razón
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Las marcas de ropa deportiva son las que mandan, junto a las cadenas de televisión, en el deporte. Una buena parte de los ingresos vienen de ahí. El negocio es cambiar el diseño de las camisetas todos los años para que los forofos piquen y se hagan con ellas. El Real Madrid no tiene suerte. Dentro de Adidas, que es la marca que diseña sus camisetas, hay un hortera descomunal encargado exclusivamente de la estética del Real Madrid. Con toda probabilidad es pariente cercano del diseñador de las camisetas del tenista Verdasco, sin duda alguna el de peor gusto de todo el circuito de la ATP. Verdasco, que es tenista de gran calidad y poca constancia, acostumbra a ganar los primeros juegos de sus partidos por el choque anímico que sufren sus adversarios hasta que se sobreponen a sus camisetas. Ya acostumbrados, los adversarios reaccionan y ganan a nuestro estupendo estilista. Una lástima que tanta clase se ponga en duda por la extrema fealdad de su aliño indumentario.

En el Real Madrid la mejor camiseta es la blanca con el escudo. Si es obligada, que lo es, la exhibición de la marca, quedaría muy bien en el pectoral derecho siempre que no superara el tamaño del escudo. Pero lo de las rayitas y los cambios por temporada empiezan a cansarme. Este año, el hortera de Adidas se ha sentido invadido por el brillo del oro. Y han posado para mostrar las nuevas camisetas Di María, Kaká y Casillas, que vestirá de amarillo, detalle que rechazará un gran madridista que hizo época en el arte de torear, nacido en la plaza de Las Ventas y que responde al nombre de Antonio Chenel «Antoñete». En los toros y el teatro, el amarillo es color mal recibido porque anuncia gafancias.

Kaká es estético. Escoger a Di María como modelo es un despropósito. Aun así, no desmerecen el uno del otro. Están igual de mal. Tres rayitas doradas y toda suerte de requiebros al oro por el resto del uniforme. Un homenaje al economista Jacques Rueff, el gran defensor del «patrón oro» en la Europa posterior a la Gran Guerra, o a Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, tan hábil para administrar sus empresas y tan derrochador cuando del oro del Real Madrid se trata. Escapado Valdano, creo que Butragueño y Pardeza, tan discretos en sus atribuciones profesionales, acertarían haciéndose bordar las franjas doradas en sus chaquetas, con el fin de no desentonar en demasía. Después de muchos años de cambios estéticos, se puede decir que el de la próxima temporada es el más feo de la historia del Real Madrid. Se venderán decenas de miles de camisetas, eso sí, pero se venderían del mismo modo o más si éstas hubieran sido diseñadas en compañía del buen gusto.

¿Se trata de un alarde metafórico? No lo creo, por cuanto el Real Madrid está endeudado, como el «Barça» y demás grandes del fútbol español y europeo, hasta las cejas. Y tiene mucho que comprar y poco para vender si quiere volver a triunfar en la Liga de Campeones, la «championlí», como mal dicen los cursis. Gafas de sol serán necesarias el año que viene para ver los partidos del Real Madrid dorado. ¿Quién manda –me pregunto– en el Real Madrid? ¿Adidas? ¿No hay nadie en el Real Madrid con la encomienda de colaborar con su marca deportiva en la búsqueda de la estética? Me parece muy bien que «Adidas», con caracteres aceptables, luzca en las camisetas. En el pecho izquierdo, el escudo. Y lo demás, blanco como la sal y como los merengues blancos. Lo nuestro, lo de siempre. Y para colmo, Casillas de amarillo.