Salvador Vega
Gallo hambre de sustitución
Las Ventas (Madrid). Se lidiaron toros de Martín Lorca y Escribano Martín (3º), bien presentados. 1º y 2º, justos de fuerza. Manejables en distinto grado, aunque sin terminar de romper en la muleta. Un cuarto de entrada.-Salvador Vega, de verde manzana y oro, estocada caída (silencio); bajonazo infame, cuatro pinchazos, aviso, tres descabellos (silencio).- Eduardo Gallo, de tabaco y oro, pinchazo, estocada delantera (vuelta al ruedo); pinchazo, buena estocada (vuelta al ruedo).-Oliva Soto, de burdeos y azabache, media perpendicular, tres pinchazos, aviso, pinchazo hondo, siete descabellos (silencio); pinchazo, pinchazo hondo (silencio).
Con el «tierra a la vista» de San Isidro ya asomando en el horizonte del próximo jueves, Taurodelta programó ayer una corrida de toros de preferia con reses de Martín Lorca que el año anterior, pese a su poca fuerza, permitieron el triunfo de David Mora en la Virgen de la Paloma. Esta vez hubo mayor motor, pero faltó un punto más de casta. Toda la que le sobró a Eduardo Gallo, que demostró madurez y valor. Dio dos vueltas al ruedo y debió pasear al menos un trofeo. Birlado. Hambre de sustitución. Que la empresa tome nota.
El charro advirtió de sus ganas bien pronto. Ya en el saludo al segundo. Lo sacó a los medios a pies juntos. Lances templados cargando la suerte. Hacia delante. Buenas las dos medias y la revolera del remate. Ceñido el galleo por chicuelinas para llevarlo al peto. En el caballo cantó su poca fuerza el de Martín Lorca. Pese a ello, tuvo bondad en la muleta. Gallo lo exprimió al máximo. Series cortas para terminar arrancando todo lo que tenía. Hubo dos series muy despacio en redondo. Al ralentí. Encajado. Girando los riñones. Los naturales, de uno en uno. Limpios. La quietud fue su otra gran virtud. Firme. Asentado. Tragando la parsimoniosa embestida del animal. El recurso de los circulares invertidos, excelente. Mató delantero al segundo viaje. De no mediar el pinchazo inicial, la oreja era segura.
Si mostró poso en el segundo, en el astifino quinto, Gallo estuvo en Gallo. Como tantas y tantas tardes en Madrid, demostró que se siente cómodo entre los pitones. No le aceleran las cercanías. Poco a poco, empujó hacia delante a un animal al que le costaba un mundo cada arrancada. Tiró de él. Muy cruzado y echando la muleta en los naturales. Excelente la colocación. Terminó viendo resbalar los puñales del burel por sus muslos. De nuevo en hueso con la espada, se volcó en la segunda opción y enterró la tizona a cámara lenta. Aún más fuerte se pidió la oreja, arrecieron los pañuelos. A la presidencia rocosa que tenemos este inicio de año volvió a darle igual. Al limbo. Como la de Sergio Flores. O la de Alberto Durán...Incomprensible.
Oliva Soto pechó con el de Escribano Martín que completaba el encierro. Le arrearon de verdad en varas. En la muleta, se acostaba una barbaridad por el derecho. Resistió las coladas el de Camas. Pero el trasteo no cogió vuelo por su escasa casta. Asustó al mismo miedo en las tres manoletinas con las que cerró la faena. Ajustadísimas. A milímetros de la cornada. Mató muy mal. En el sexto, sin clase, lo intentó en un trasteo que en ningún momento caló en el tendido. Se lo quitó de encima con dos pinchazos.
Salvador Vega abrió plaza con un astado aquerenciado al que no le sobraban las fuerzas. El malagueño planteó una faena aseada con limpieza, pero sin apreturas. No sometió al animal y a media altura trató de templar las series. Faltó encaje y mayor entrega del astado. Sin emoción. Eficaz con la espada. Más bríos pareció darse en el cuarto, el de mejor hechuras de la corrida. Fue un espejismo. Corrió la mano en dos series por la derecha. Fin. Con la espada enturbió aún más una actuación espectral. Un abismo con aquel Vega con gusto y argumentos de sus primeros años en el escalafón. Otro aún mayor, con Gallo. De pelea. De sustitución.
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