Historia
Más madera Más Europa por Manuel Coma
¡Más madera! Gritaba Groucho enfebrecidamente mientras alimentaba la caldera de la máquina de un tren descarrilado. ¡Más Europa! Gritan los innumerables marxistas línea Groucho.
Más Europa fue el euro, pero al parecer falló porque no fue suficiente. En efecto, para funcionar le faltaban mecanismos y complementos unitarios esenciales. Con más puede que llegue la solución o que la bofetada que nos peguemos sea todavía mayor, en caso de que llegáramos a ello, lo que huele a imposible histórico.
Esto de pretender solucionar una macrocrisis con eslóganes uninominales o casi parece una forma de enloquecimiento colectivo, especialmente agudo en las élites de todo pelaje: crecimiento, estímulo, austeridad, más Europa. ¡Si al menos los abogados de cada remedio adjuntasen un folleto explicativo con el significado, el porqué, el cómo, los argumentos teóricos, ejemplos demostrativos, objetivos, medios, planes!
Si más Europa significa que los del club Med vamos a imponerles a los alemanes y a algunos otros que nos den cientos de miles de millones a devolver sin intereses y con quitas en un par de milenios, mientras que seguimos disfrutando de las cosas maravillosas que nos trajeron los años del crédito tirado y la moneda con fortaleza germánica, de burbuja, fraude y ocultación de cuentas, entonces estupendo, pero no van a querer. Si significa que ellos nos vigilan e inspeccionan, nos prohíben, imponen y castigan nuestras desviaciones y abusos, no vamos a querer. Si unos y otros cerramos los ojos a estas contradicciones ontológicas y seguimos adelante con más Europa como si aquéllas no existieran, el batacazo dejará chiquito a todo lo actual.
Pero no hay peligro, porque, como decía El Gallo, «lo que no pué ser no pué ser y además es imposible». Así que seguirá habiendo cumbres y más cumbres, parches y más parches, con cantidades cada vez más pequeñas y exigencias cada vez más grandes de que hagamos lo que deberíamos hacer sin que nadie nos lo impusiera. Eso sí, los tipos de interés de la deuda soberana se reducirán a cero porque no tendrá compradores. ¡A ver qué genial eslogan se nos ocurre entonces!
Tal como están las cosas tendremos que conformarnos con un poco más de Europa, que suavice un poco el problema, aplazando el desastre, y cuando éste se avecine podremos pedir de nuevo más Europa, si el eslogan no es ya «sálvese quien pueda y el que no, que se hunda».
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