Elecciones

La ingratitud de la política

La Razón
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No lo tiene fácil Rubalcaba. Ahora tan solo es candidato a la presidencia del Gobierno y líder de facto del PSOE, aunque no de derecho. Es un liderazgo etéreo que puede ser efímero si no logra superar el resultado de Almunia. Las encuestas le son desfavorables y su control del partido pende de un hilo. La política es ingrata porque se pasa de la adhesión inquebrantable a la desafección a una velocidad de vértigo. Han surgido las primeras voces que reclaman un congreso extraordinario si el resultado es malo. Nadie piensa en una victoria de Rubalcaba. Ni en público ni en privado. Los que lo dicen es por una cuestión de mero trámite. Es sólo cumplir el guión, aunque sin convicción. Mientras en el PP reina una euforia contenida y se acercan todos para mostrar la satisfacción por el cambio que se vivirá el 20-N, en el otro lado todo son caras largas. Es un velatorio donde el deceso tiene fecha de caducidad. Muchos creyeron que Rubalcaba era un hombre con suerte, pero parece que le ha abandonado.