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Fusión o fisión por Ely del Valle
Hace meses que los sociólogos vienen asombrándose de que la crisis no haya provocado un reventón en las costuras de la paz social. Quitando a cuatro niñatos desmochados y a media docena de inadaptados que lo mismo les da «arre» que «so» con tal de poder contar que han quemado una papelera, la imagen que estamos dando ante la crisis en cuestión de algarabía callejera es bastante más civilizada que la de otros que se las dan de serios. Sin embargo, no tengo ya tan claro que esta situación pueda mantenerse si, como afirma Antonio Beteta, en este país sobran 4.000 ayuntamientos. No quiero imaginarme la que se puede montar si por razones de Estado los de Gorliz y los de Plenzia, cuyas fiestas patronales consisten en robarse mutuamente el santo patrón, los de Condumio del Regato y los de Regato del Condumio, que viven para retarse en torneos a muerte de soga-tira, y los de Villa Arriba y Villa Abajo, capaces de darse de tortas por una paella, se ven obligados a fusionarse. Esto puede ser el acabose.
Dile ahora a los sevillanos y a los malagueños que para ahorrar celebren sus ferias juntos y sabremos lo que significa que dos ciudades «ardan en fiestas». No pongo en duda que don Antonio, hombre de sólido cacumen, tenga más razón que un santo. Tampoco tengo la menor sospecha de que si hay municipios destinados a ser fagocitados se elegirán los menos poblados, los que, como hijos que deben renunciar a su independencia por falta de fondos, no tienen más remedio que volver al hogar paterno, pero sospecho que hace falta algo más que una crisis galopante y dieciséis años de Logse para borrar de un plumazo siglos de tirar al vecino al pilón por el mero hecho de serlo.
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