Asamblea de Madrid
Una abstención misteriosay el éxito de las fotos en 3-D
La «oveja negra» fue lo más buscado entre las actividades del cónclave
MADRID- Bailaron al ritmo de los últimos éxitos de la radiofórmula, pudieron disfrutar de una particular exposición de objetos de campañas de hace más de dos décadas –desde coches a azucarillos– y ponerse al día en equipos informáticos táctiles. Sus organizadores habían prometido que su XV Congreso regional sería tecnológico y que todos los miembros de la familia popular, por pequeños que fueran, serían bien recibidos en el cónclave. Cumplieron con creces. Los asistentes a la primera jornada del Congreso regional que el PP de Madrid clausurará este mediodía tenían mucho trabajo por delante y una muy importante decisión que tomar (la de la tercera reelección de Esperanza Aguirre) pero, mientras en los descansos entre intervención e intervención unos aprovechaban para acudir a la guardería donde habían dejado a sus hijos –y que, por cierto, se llenó–, otros no dudaron en hacer cola para llevarse un recuerdo de la cita popular.
La jornada fue larga y dio para muchas anécdotas. Bajo la sombra de la subida del IVA anunciada el viernes por el gabinete de Rajoy, uno de los temas más comentados en el Palacio de Congresos de Campo de las Naciones fue la identidad del único compromisario que se abstuvo en la votación del informe de gestión que presentó su secretario general, Ignacio González. No fue la única «disidencia» del congreso, porque en las ponencias también hubo quien no quiso apoyar con su voto los textos, pero había quien se afanaba en dar con el nombre del que había decidido «dar la nota» como si estuviera jugando al «¿Quién es quién?».
Imágenes para el recuerdo
Otra de las imágenes que se recordarán será la del presidente de la Comunidad Valenciana, uno de los cinco barones del PP que intervinieron frente a la líder madrileña. Alberto Fabra tuvo que abrirse paso a codazos entre la nube de cámaras que, sin reconocerle, se lanzaron a inmortalizar a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a la que Aguirre salió a buscar a la puerta. Ellos no fueron las únicas presencias «extracomunitarias» de la reunión: Dos secretarios de Estado, ex consejeros del Ejecutivo de la Comunidad de Madrid como Antonio Beteta o Engracia Hidalgo, no quisieron marcharse de IFEMA antes de oír el discurso de su antigua jefa.
Ella, Aguirre, que se sabía protagonista indiscutible, no dudó en cambiarse de «look» y prefirió cambiar la americana que lució por la mañana –más informal y con uno de sus inseparables broches–, por una chaqueta con los colores naranja y azul, los corporativos del PP, para su tercera proclamación como presidenta.
La presidenta del PP de Madrid, como la mayoría de los asistentes al XV Congreso, tampoco pudo resistir la tentación de pasar por la «atracción» que más colas cosechó en la cita: la foto en tres dimensiones. Juanto a Sáenz de Santamaría, posó seria primero, para la primera instantánea, y con la mejor de sus sonrisas y los pulgares levantados, para la segunda captura. La gracia del asunto está en que, según se mueve la foto hacia delante o atrás, parece que los inmortalizados se mueven.
Además de en la foto 3-D, otros que también tuvieron mucho movimiento fueron los populares «twiteros». Agrupados bajo el hangstag #15PPMadrid, desde la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, a los periodistas que cubrieron la cita (y que recibieron las visitas de Ana Botella, Ignacio González, Salvador Victoria, o Javier Fernández-Lasquetty en la sala de Prensa) o, incluso, militantes o simpatizantes del PP que estaban disfrutando del puente participaron con sus «tuits» en el cónclave popular.
El boli-Ipad, un «superventas»
La tienda que los populares en el Palacio de Congresos fue de los lugares más visitados. Como ya ocurrió en cónclaves anteriores, la tostadora que deja el logotipo del PP en el pan o las bufandas azules y blancas volvieron a colocarse en el «top» de ventas. Pero con lo que de verdad ayer hicieron caja fue con el bolígrafo-Ipad. Con tinta por un lado, y una goma en el otro extremo que sirve como puntero para la tableta, no hubo popular que se resistiera al objeto por el módico precio de 2 euros.
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