Japón
Juveniles de oro madurez colosal
Casillas, Xavi y Marchena ya saben lo que es ser campeones del mundo. Y en África, también, pues aquel Campeonato del Mundo fue en Nigeria. Cierto es que era una categoría juvenil, la sub'20, y España lo olvidó rápidamente.
Tanto como a algunos de los jugadores de aquella generación de oro, que deambularon por la Segunda División, tuvieron que emigrar y, en el mejor de los casos, han tenido una discreta trayectoria en Primera: Álvaro Rubio, Gonzalo Colsa, Pablo Orbaiz, Fernando Carela, Rubén Suárez, Dani Aranzubia, Pablo Coira, Barkero, Alex Lombardero, Fran Yeste, Jusué, Gabri, David Bermudo, Pablo Couñago –máximo goleador de aquel Campeonato del Mundo, Bota de Oro, Balón de Bronce: se fue a Inglaterra y allí no destacó– y David Aganzo. El eco del triunfo se apagó pronto. Sin embargo, de aquella cosecha hubo tres efectivos, sobre todo dos –Xavi y Casillas; Casillas y Xavi, tanto monta, monta tanto– que alcanzaron la cima mundial con su fútbol, con sus clubes y finalmente, con la selección.Sin ellos, aunque sin olvidarnos de otros, pero más con ellos, el fútbol tiene una deuda histórica. Concederles el Balón de Oro, al que han sido nominados en reiteradas ocasiones pero, por unas cosas u otras, lo máximo que han concedido a los españoles es el Balón de Bronce (a Xavi). De hecho, el cúmulo de injusticias arranca también de aquella cita histórica para España.Se dice que Michel Platini, presente en la final de Nigeria'99, se le acercó al barcelonista después de la final ante Japón y tras mostrarle su admiración, le confesó que Seydou Keita (con el que precisamente años más tarde coincidiría como compañero en el Barça) se había llevado el premio al Mejor Jugador del campeonato por razones políticas, pero que él sin ninguna duda había sido el mejor. Se dice también que nueve años más tarde, Platini, ya como presidente de la UEFA, le otorgaba a Xavi el galardón al Mejor Futbolista de la Eurocopa 2008, y en el intercambio de palabras probablemente éste le dijo al centrocampista cuánto se alegraba de haber hecho justicia finalmente.De Casillas, además de que le gusta llevar las mangas cortas y, para desgracia de él, el nombre de sus novias, todo se sabe ya. Su carrera arrancó con 16 años cuando le llevaron como suplente a Noruega a un partido de «Champions» por lesión de Illgner y porque no se había inscrito al portero titular del Castilla. A partir de ahí, Casillas ha tenido una carrera meteórica... por su valía y porque tiene estrella. Disfruta de la fortuna de los elegidos, del don de la oportunidad, de estar en el sitio adecuado en el momento oportuno. Así se hizo con la titularidad en el Madrid, por la lesión de Bodo Illgner y la escasa confianza que proporcionaba Albano Bizarri; así disfrutó de la final de la Novena, cuando César Sánchez llevaba unos meses de titular (la única etapa en su carrera que no ha sido indiscutible), pero durante el partido se lesionó; así se hizo con la titularidad en el Mundial de Corea porque a Cañizares se le rompió el frasco de colonia en un pie días antes... Después de todo eso, ya nadie le puede discutir el puesto. Como tampoco a Xavi. Algo que se puede decir de muy pocos jugadores del mundo, pero sí de estos dos juveniles de oro cuya madurez futbolística está siendo colosal.
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