Buenos Aires

Darín un cura para la esperanza

Darín un cura para la esperanza
Darín un cura para la esperanzalarazon

En ocasiones, para encontrar la localización cinematográfica idónea simplemente hay que hacer caso al tópico de que la realidad supera la ficción. Es el caso de Ciudad Oculta, una villa bonaerense en la que se desarrolla la nueva película de Pablo Trapero. Sus 20.000 habitantes, que viven en la miseria, encontrarán en un sacerdote, encarnado por Ricardo Darín, ayuda más allá de la estrictamente espiritual, como en su lucha por terminar las obras de un enorme hospital, el Elefante blanco. En la labor humanitaria cuenta con el apoyo de una asistente social y de un sacerdote extranjero.

Inmersión total
«Me quedo con la enseñanza de que no todos los problemas están relacionados con lo económico. «Las madres de Paco», un grupo de mujeres que tiene que lidiar con la droga, nos hablaron de la importancia que tuvieron para sus hijos el hecho de estar integrados en un proyecto. El problema, entre otros, es la inactividad. Nos aseguraron que les habíamos prestado más atención que cualquier político que ha pasado por ahí», explica Darín, que, junto con el resto del equipo, pasó los tres meses de rodaje inmerso en esta cruda realidad. El choque entre ambos mundos (Darín es, obviamente, toda una celebridad en Buenos Aires) produjo efectos positivos para ambos. «Los niños tuvieron dos o tres días de estupor y punto. Querían ponerme guardias de seguridad y no los acepté. Pienso que es exactamente al revés: cuando uno ve a alguien con cinco guardias alrededor es cuando llama tu atención. Yo prefiero cuidarme solo», añade el actor, que, aunque lo parezca, no es el único intérprete argentino que existe. «Entiendo que la gente esté harta de mí. Yo también lo estoy. Pero de las 100 películas que se rodaron en mi país el año pasado, sólo participé en una», bromea Darín, el eterno intérprete del hombre anclado en el conflicto. «Creo que tengo cara de crisis... Cada vez me tocan más personajes mayores que atraviesan situaciones complicadas. También tengo una cara común, un aspecto de ciudadano corriente, y esto ayuda a generar empatía», confesó.

 

En las chabolas
Esta entrevista tuvo lugar en Cannes, donde se presentó «Elefante blanco». Modestia aparte, Trapero (en la imagen) estaba encantado: la película se había estrenado en Argentina y era un bombazo en taquilla. Proyecto largamente acariciado por el director gaucho, el filme pretende captar las vibraciones de la solidaridad en un barrio marginal bonaerense. «Escogí a dos sacerdotes como protagonistas porque representan muy bien la heroicidad cotidiana del trabajo en las villas», explica Trapero. «Quería que fueran distintos: el que se preocupa de evangelizar y el que entiende la religión como una forma de trabajo social». El director y su equipo se sumergieron en Ciudad Oculta, procurando que la gente que vivía allí se integrara en el rodaje. «Algunas madres nos contaron que habíamos logrado que sus hijos dejaran de tomar drogas». Parece que el trabajo era un antídoto contra la desesperanza. «Es difícil salir del hoyo, pero siempre hay gente que se deja la piel para que otros vivan mejor», concluye, informa S. Sánchez.