Barcelona
Llega la dieta sana servida a domicilio
Olvidarse de cocinar y comer de forma saludable, variada y bajo el control de los especialistas es la última novedad no sólo para perder peso, sino para estar bien nutridos
Hasta hace poco tiempo parecía impensable que las empresas de comida a domicilio incluyeran en sus menús productos saludables. Pizzas, hamburguesas y patatas fritas se han quedado ahora relegados a un segundo plano para dar la bienvenida a la comida cien por cien natural y mediterránea lista para comer. La falta de tiempo para cocinar y, por tanto, el hecho de preparar platos equilibrados se rebela en contra de un buen estado de salud. Si además la persona quiere perder peso, la situación se vuelve todavía más complicada. Para dar solución a este problema surge el concepto de dieta a domicilio. Un novedoso sistema en el que con una llamada de teléfono un equipo de nutricionistas no sólo elabora un plan de comidas personalizado y adaptado a las necesidades del cliente sino que, además, le envían los platos a su casa listos para tomar.
Blanca Manzano, responsable del departamento de Nutrición de Deliline, la primera compañía que instauró este método en nuestro país, explica que «la dieta está diseñada para todas aquellas personas preocupadas por la salud y que quieran llevar una dieta sana para adelgazar, mantenerse o porque no tienen tiempo de cocinar o comen en el trabajo. Queríamos un producto saludable, variado y elaborado con las cantidades óptimas que nuestro cuerpo necesita y que, además, estuviera controlado en todo momento por expertos en nutrición».
Una de las ventajas de este sistema reside, según la doctora Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital de Getafe en Madrid y responsable de los menús de DietaGourmet, «en que llega a casa todo junto, es decir, la comida preparada, el menú pensado y guisado. De esta forma, se evitan todos los errores que se pueden cometer a la hora de hacer dieta como las cantidades, los ingredientes o la elaboración. Además, reúne todos los condicionantes de cualquier dieta prescrita por un endocrino». Y añade que los menús se han elaborado «siguiendo los criterios de lo que se entiende como una alimentación correcta y son válidas para el 90 por ciento de la población. De hecho, sería perfecto si la mayor parte de las personas comiéramos así».
Sencillo y personalizado
La sencillez y la personalización son las claves por las que se rige este modelo alimentario. Todo aquel que desee probarlo tan sólo necesita acceder a la página web o llamar por teléfono y «un departamento de nutricionistas personalizará el menú dependiendo de la edad, el sexo, la actividad física y el historial médico», matiza Manzano. En España tan sólo hay tres empresas que ofrecen este servicio. Pese a que el sistema es muy similar, cada una cuenta con sus particularidades. Por ejemplo, DietaPack, en Barcelona cuenta, según su responsable de Nutrición y miembro de la Asociación Española de Dietistas y Nutricionistas (AEDN), Lucía Bultó, «con dos propuestas de menú. Una para mujeres de 1.300 calorías y otra para hombres que alcanza las 1.700. Todas las propuestas están formadas por comida tradicional como paella, macarrones, etc y no prohibimos ningún alimento. Están diseñados de acuerdo a las combinaciones que prepara el nutricionista junto con el cocinero para que la dieta tenga la cantidad de calorías necesarias».
Para darle más versatilidad a las comidas, Manzano añade que desde Deliline ofrecen «dos familias de productos. Los primeros, correspondientes a crema, y los segundos a base de carne, pescado y pollo. El hecho de que el valor calórico de ambos sea similar hace que el consumidor pueda combinarlos como quiera y así el menú es más variado y se pueden hacer múltiples combinaciones».
Una de las dudas más frecuentes que puede surgir con este sistema radica en cómo se pueden mantener intactas tanto las propiedades como el sabor de los alimentos desde que se elabora el plato hasta que llega al consumidor. Cada empresa emplea un método diferente, pero no por ello con menos calidad y fiabilidad. A este respecto, Bultó sostiene que una vez cocinado «se envasan al vacío en recipientes individuales, no se le añade nada y tan sólo hay que guardarlo en la nevera durante un periodo máximo de 15 días». Sin embargo, en Deliline siguen otro sistema que, en palabras de Manzano, consiste en que después de su elaboración se pesan cada uno de los envases para que contengan la cantidad indicada para cada persona. Después, se termosellan a una temperatura de cien grados y se congelan mediante un proceso que dura dos horas y en el que se llega a una temperatura de 20 grados bajo cero. Así, los productos duran hasta 18 meses en el congelador y el consumidor sólo tiene que descongelarlos antes de comer y calentarlo». También es importante resaltar, según Monereo, que «en ningún momento del proceso se pierde nada, ni siquiera las propiedades organolépticas. Todo se mantiene igual».
Aprender a comer
Además de perder peso, lo que realmente se persigue con este método es la educación alimentaria, es decir, «nosotros sólo damos las herramientas habituales para que la gente aprenda a comer bien y así, cuando haya que elaborarlo en casa sepa cómo hacerlo», matiza Bultó. En el caso de padecer cualquier tipo de alergia o intolerancia alimentaria, desde Deliline aseguran que «todos los platos están libres de gluten y además hay variedades para los que padecen alergia al huevo o al marisco. Además. la Fundación Española del Corazón los está evaluando para que los cardiólogos lo conozcan y puedan recomendarlos a sus pacientes». Uno los inconvientes puede ser el precio. Un menú de una semana, por ejemplo, sin añadir el desayuno, la media mañana y la merienda ronda los cien euros.
PERIODICIDAD MEDIDA Y MEDITADA, por Miguel Ángel Almodóvar
Alrededor de siete de cada diez españoles consumimos comida preparada ocasionalmente o con frecuencia, y lo hacemos, en más o menos un ochenta por ciento de los casos, por falta de tiempo. Lo del tiempo sería discutible o al menos opinable, pero no el creciente atractivo de la oferta, que en los últimos años ha mejorado sustancialmente en calidad organoléptica, variedad y seguridad alimentaria, otrora y en casos amenazada por algunas leisteriosis. En las estanterías de los supermercados hay una generosa paleta de platos ricos, nutritivos, sanos y sencillísimos de preparar. Algo que una empresa del sector resume en el eslogan: «Una opción para personas de paladar exigente y tiempo escaso». Y dicho así, la verdad es que suena muy bien, pero conviene recordar que toda la comida preparada necesita, indefectiblemente, de estabilizantes, colorantes y potenciadotes de sabor, en los que no es raro que se cuele el nefasto glutamato monosódico. Así que los platos preparados, nada que objetar excepto la periodicidad, que debiera ser escasa.
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