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ANÁLISIS: Colección u obsesión por Luis de Rivera
l ¿De dónde nace ese afán por almacenar objetos ?
–Nuestra propia cultura nos da la idea de que la felicidad consiste en tener cosas. Pueden ser importantes, como la casa o el coche. Pero la felicidad también puede consistir en tener el último iPad. Es un sentimiento muy infantil: un niño suelto en una tienda de juguetes lo compraría todo. El sentimiento de adquisición es muy característico del ser humano. Por naturaleza, se siente insatisfecho e incompleto. Y el progreso de la humanidad se debe a que no estamos contentos con lo que queremos. Esta insatisfacción básica se compensa con la adquisición de bienes materiales. En realidad lo que querríamos es amor y felicidad, pero eso es más difícil de adquirir.
l ¿Hay también un afán de «competir» con los demás?
–Existe una segunda dinámica: la competitividad. Compararnos unos con otros. Queremos tantas «medallas» como los demás. No acumulamos sólo cantidad, queremos calidad. Demostrar mayor poder adquisitivo es, en definitiva, demostrar poder.
l ¿Cuándo se convierte en un problema serio?
–Hay una dinámica patológica: adquirir por tener el sentimiento de que se ha perdido algo. Es lo que Freud llamaba la «fase anal», que se producía en la infancia. El neurótico tiene la sensación continua de que está perdiendo cosas, y quiere recibir cosas. Y, literalmente, lo que «recupera» es porquería. Sería el caso de aquellos pacientes que tienen su casa repleta de bolsas con trastos inútiles. Eso es lo que se denominaría complejo de Diógenes.
Luis de Rivera
Dtor. Instituto de Psicoterapia de Madrid
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