Sevilla

OPINIÓN: Réquiem por un caballo

La Razón
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Noviembre en Sevilla no es sólo el mes de los difuntos. En noviembre, la ciudad vive días de esplendor dedicando su particular feria de otoño en torno al caballo. Sicab cumple veinte años atrayendo a ganaderos, turistas y curiosos de todo el mundo para admirar la belleza de nuestro arte ecuestre. Un arte efímero, ya que cuando un equino muere, ni siquiera una imagen o una película pueden reproducir la emoción de ver a ese caballo en movimiento. Al contrario que otras facetas como la pintura o la música, donde las obras se mantienen vivas, con la pérdida del animal se fuga, también, el trabajo del artista. Hace unos días se fue «Brujo», un caballo de leyenda. Tenía treinta años. Eterno compañero, con él viví mi infancia, mi juventud… «Brujo» fue el caballo más inteligente que pude conocer. En el campo resaltaba por su chispa, por su temperamento. En la plaza, se distinguía por su arrogancia y su intuición torera. Dicen que ha sido uno de los corceles que han marcado época. No me hizo falta montarlo mucho para amarlo y apreciarlo con tanto cariño. Me gustaba visitar su cuadra. Bastaba con mirarle para que te transmitiera toda su energía, su fuerza, su carácter. Recuerdo su pelo tordo, su galope, su blanca crin. Ahora, daría lo que fuera por una última caricia, por escuchar de nuevo su relincho. Estoy seguro de que muchos caballos, en silencio, están sintiendo su falta. Porque «Brujo» fue un excepcional caballo, y su pérdida ha dejado un vacío que ningún otro ya podrá llenar. Nos queda su memoria, su legado, sus hijos. Se fue «Brujo», el hijo del viento, el caballo amado, el fascinante y mágico corcel que adivinaba el pensamiento del jinete.