Marbella

Indefensos

La Razón
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Un desaprensivo, uno entre los muchos que hay en todos los campos españoles, tiró una botella de agua a Casillas y acertó. En Sevilla este tipo de acontecimientos no es nuevo. Hay gentes con gran tino, pero se podrían dedicar a otra clase de lanzamientos en lugar de llenar de vergüenza a las buenas gentes que acuden al estadio a disfrutar. El partido Sevilla-Madrid tuvo prolegómenos poco edificantes, aunque lo realmente reprobable fue el hecho de que un futbolista acabe pensando que no puede sentirse seguro en un campo. Los porteros, indefensos, han sido, en muchas ocasiones, víctimas de descerebrados. Unas veces porque les han lanzado algún objeto más o menos contundente y otras, porque incluso han llegado a ser agredidos por individuos de la primera fila del graderío al ir a recoger un balón. En todos estos hechos han sido los guardametas quienes han optado por restar importancia. Del Nido, que el hombre debe estar que se lo llevan los nervios por lo de Marbella, encima se topa con que un sevillista ensucia el partido en el que se habían puesto tantas esperanzas y del que quedó la incógnita de si fue o no fue gol el remate de Luis Fabiano. Quien llevó a Undiano Mallenco a no conceder el gol fue «Fermín el del banderín», quien en algunos momentos ha sido émulo de Guerrero el de «penalti y expulsión» en La Romareda. Fermín proporcionó al Sevilla una eliminatoria cuando expolió al Valencia. Lo grave del Sánchez Pizjuán fue lo del descerebrado. El gol sólo servirá para polemizar.