Nueva York
Strauss-Kahn duerme de nuevo en un calabozo
El ex director del FMI, envuelto en un caso de proxenetismo
Su « ligereza » sexual le está costando cara a Dominique Strauss-Kahn. El ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, que acostumbra a referirse en términos tan eufemísticos a su adicción por el sexo, vuelve a verse atrapado en las redes de la Justicia. En esta ocasión, por un turbio caso de prostitución.
Aunque el político socialista había solicitado declarar ante los jueces instructores desde el pasado otoño para acabar con las «insinuaciones malévolas» publicadas en la prensa, la cita se produjo ayer. Su declaración ante la Policía de Lille podría prolongarse hasta 72 horas –por lo que ayer pasó la noche en el calabozo–, antes de pasar a la disposición de los tres magistrados responsables del sumario del llamado «caso Carlton».
Desde dicho hotel de la ciudad norteña, algunos de sus directivos –procesados por «proxenetismo agravado en banda organizada»– manejaban una red de prostitución de la que Strauss-Kahn habría sido cliente entre 2010 y 2011. Concretamente, la Justicia gala trata de averiguar si DSK sabía que las mujeres que frecuentaba en esas «fiestas libertinas» y orgías organizadas por estos individuos eran prostitutas.También quieren saber si reclamaba sus servicios y si existían contraprestaciones. Lo que según el Código penal galo supondría un delito de «complicidad por proxenetismo».
Dichas «soirées», celebradas en París y Washington, hasta apenas unas semanas antes de su arresto en el «caso Sofitel» de Nueva York por agresión sexual, estaban además sufragadas por ejecutivos que habrían utilizado los fondos de empresas privadas para financiar sus caprichos. Si remunerar a una prostituta no constituye delito en Francia sí lo es hacerlo con dinero de una entidad privada así como beneficiarse, en el caso de Strauss-Kahn, de esos servicios abonados con fondos malversados. De confirmarse que el socialista galo estaba al corriente, DSK, que ya ha pasado una noche en el calabozo, podría ser también imputado por «receptación de abuso de bienes sociales». Por ambos cargos se expone a una pena de hasta 7 años de cárcel y 375.000 euros de multa.
Desde su regreso a Francia en septiembre, tras el abandono de los cargos contra él en EE UU, el que fuera aspirante al Elíseo se ha mantenido al margen de la política gala. Un retiro preventivo que se agradece en el Partido Socialista, donde temen que los escándalos que envuelven al que en un momento llegó a ser el favorito de los sondeos puedan lastrar la campaña presidencial del candidato François Hollande.
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