Bilbao
San Mamés no da tregua al Barça
No entiende San Mamés de faroles. En «La Catedral» las batallas se libran con las armas sobre la mesa. Las del Athletic las conoce todo el mundo, son las mismas desde hace más de cien años. Coraje, fuerza y épica. Las del Barça, más modernas, tampoco son ningún secreto. Técnica, posesión y llegada. Como la de Keita, que llevaba una temporada de lo más gris, y ayer se metió una buena dosis de autoestima en un gran escenario.
La lluvia arreció sobre Bilbao durante toda la jornada y el césped de San Mamés lo acusó. El juego rápido del Barça, también. El equipo de Guardiola saltó al campo con los deberes hechos. La misión era aguantar el chaparrón del Athletic en los primeros minutos y hacerse con el control del partido poco a poco. Y así lo hizo. Cuando se hizo con el balón, la única forma de contrarrestar el juego directo de los de Caparrós, comenzó a acechar la portería de Gorka, muy acertado toda la noche. Keita, Pedro y Adriano le probaron sin suerte. También lo hizo Villa, que se encontró con el palo en una ocasión clarísima.
Todo esto sucedió antes de una de las jugadas que marcó el partido, la expulsión de Amorebieta a la media hora de juego. El venezolano vio la roja por una fea entrada a Iniesta. Una tarjeta de las que se denominan naranjas. El «efecto Ujfalusi», el estado de la hierba y los antecedentes del jugador la convirtieron en roja. Amorebieta, con 25 años, ya es el segundo jugador con más expulsiones en la centenaria historia del Athletic.
Caparrós esperó al descanso para reajustar a su equipo. Las consignas eran claras, aguantar las acometidas del Barça y poner toda la carne en el asador en las jugadas a balón parado. Obedientes, los «leones» siguieron al pie de la letra las intrucciones de su entrenador y a punto estuvieron de encontrar premio. Recién estrenada la segunda mitad, San José se encontró con el palo cuando estaba solo ante Valdés.
El susto que se llevó el Barça fue monumental, pero también sirvió para que despertara. No volvió a aparecer el Athletic y el choque se convirtió en un monólogo con Gorka como protagonista.
Poco tardaron los barcelonistas en encontrar el justo premio a su dominio. Fue Keita, reñido con el juego desde principios de temporada, que recibió un exquisito pase de Villa al primer toque, que hubiera firmado el mejor Laudrup, y puso la puntera para derribar el muro de Iraizoz. El meta recogió el balón de la red y lanzó gritos de ánimo a sus compañeros. No sirvieron de nada porque al minuto siguiente volvió a tener trabajo con Pedro, al que le sacó un balón de gol.
El Athletic estaba encerrado en su área y ni se acercaba al centro del campo, pero un solo gol de diferencia permitía soñar a San Mamés con algo parecido a un milagro. Xavi se encargó de que eso no sucediera y enganchó un balón en la frontal del área que se coló en la portería de Gorka. El desgaste del Athletic era brutal, llevaba una hora con diez corriendo sin parar, y no le quedaba ni una gota de aire que llevarse al pulmón. Con el partido cerrado y un ambiente de lo más crispado desde la acción de Amorebieta, Guardiola decidió apartar a Xavi e Iniesta del terreno de juego. Sabio el de Santpedor porque en San Mamés siempre ocurren cosas hasta el final. Como la expulsión de Villa, que cayó en la provocación de Gurpegui, demasiado revolucionado todo el partido, y le lanzó un manotazo a la cara. Quedaban escasos minutos, pero no había acabado. Gabilondo acortaba distancias entrando en el descuento. El milagro era posible, hasta que Busquets anotó la sentencia en una contra. «La Catedral» no daba para más.
Dos expulsiones y pitos a Iniesta
Andrés Iniesta se estaba acostumbrando a salir ovacionado de los estadios rivales. Su gol en la final del Mundial ante Holanda tiene la culpa. España le agradece el título y le aplaude. Pero Bilbao lo despidió con pitos, le hizo culpable de la expulsión de Amorebieta en el primer tiempo. El central vasco llegó tarde y se llevó por delante al centrocampista azulgrana. Amorebieta vio la roja y el «8» del Barcelona se convirtió en sospechoso. San Mamés le culpaba de que su equipo se quedara con uno menos y también de la derrota de su equipo, aunque el Barça tuvo que esperar hasta la segunda parte para encontrar el gol de Keita. Más tarde llegó la expulsión de Villa. Los dos equipos quedaron igualados. Ya era tarde para San Mamés.
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