Singapur
Centenarios en el limbo japonés
La Policía cree que las familias ocultan la muerte de sus ancianos para cobrar la pensión: no se sabe el paradero de casi una treintena
PEKÍN- El hombre más anciano de Tokio podría llevar muerto treinta años. La Policía sospecha que Sogen Kato, quien según los registros oficiales suma 111 primaveras, lleva en realidad tres décadas descomponiéndose en su casa familiar, donde sus herederos mantenían el cadáver escondido para seguir cobrando la pensión. Algo parecido ha ocurrido con Fusa Furuya, nacida en 1897 y cuyo fallecimiento nuncafue registrado, pese a que nadie la ha visto con vida desde los años 80.
Investigación abierta
A raíz de estos dos escándalos, las autoridades han abierto una investigación para determinar el paradero de los cerca de 40.000 centenarios que viven en Japón, la nación que goza de la esperanza de vida más alta del mundo si excluimos a cinco ciudades-estado: Macao, Hong Kong, Singapur, San Marino y Andorra. La conocida facultad japonesa de vivir mucho y en buena forma alcanza proporciones bíblicas en la isla de Okinawa y es un motivo de orgullo nacional relacionado hasta ahora con la dieta y al estilo de vida.
A estos dos factores quizás haya que sumar ahora el enrevesado sistema de pensiones japonés, así como la avidez de algunos parientes, dispuestos a esconder el cadáver del abuelo con tal de no perder el subsidio.
En pocos días, la Policía ya ha descubierto a 26 hombres y mujeres mayores de cien años en paradero desconocido, sin que sus familiares puedan explicar dónde se encuentran. Muchos familiares aseguraron haber perdido de vista a su mayores desde hacía años, a pesar de ello seguían pagando el seguro médico y cobrando la pensión.
En la ciudad de Soka estaba domiciliado un señor que, según su hijo, «abandonó» la casa hace 20 años y que, además, no invitó a nadie a celebrar su 100º cumpleaños, que habría tenido lugar en julio. El escándalo ha sacudido Japón y algunos medios han solicitado que se revise la esperanza de vida nacional, situada en 81,25 años.
El Ministerio de Sanidad y Trabajo ha anunciado nuevas investigaciones para determinar si el fraude es anecdótico o si hay muchos más cadáveres arrugados en las despensas.
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