Turquía
El alma de la revolución libia
Ahmed, Salah, Mustafa, Taufik y Mohamed son algunos de los miembros de una unidad de combate de los rebeldes libios. No son militares profesionales, ni milicianos armados, ni terroristas, ni extremistas, tal y como se ha llegado a apuntar. Los denominamos «rebeldes», «insurgentes», «combatientes». Ellos se llaman «thauar», esto es, revolucionarios, y «shabab», o sea, jóvenes. Pero ¿quiénes son en realidad?
Son hombres normales, muchos de ellos jóvenes que no llegan a los 25 años, pero también muchos padres de familia, de 40 y 50 años, con distintas historias personales, y la particularidad de que han cogido las armas y han empezado a hacer una guerra casi sin darse cuenta. Es sorprendente la facilidad y familiaridad con la que maneja las armas este ejército compuesto en su gran mayoría por ingenieros de la industria petrolífera, la cual empleaba una gran porción de la población del este de Libia, región especialmente rica en crudo.
Todos han hecho la mili, dos años de duro entrenamiento, más otros tres meses para refrescar la memoria cada dos años, durante toda la vida. Mustafa, de 45 años y con 5 hijos, sujeta con confianza su Kalashnikov, con la elegancia de un Richard Gere algo desgastado por las condiciones de vida en Libia, que nunca han sido fáciles. «Claro que sé manejar un arma», dice riendo y empuñando la que desde hace semanas es su segunda mujer, tal y como asegura Taufik, un hombre imponente de 37 años, con unas gafas de piloto que sólo le sirven para protegerse de la arena del desierto.
Al igual que Mustafa, Taufik es empleado de la compañía petrolífera de Brega: volvía de un viaje de formación en Turquía cuando empezaron las revueltas el pasado 17 de febrero y, casi sin pasar por casa, se fue al frente a luchar. Desde entonces prácticamente no ha vuelto a ver a su mujer y su hijo, que quedaron al otro lado de la línea de batalla, atrapados en Ajdabiya por el asedio de las fuerzas de Gadafi.
Saad Sati se encuentra en su misma situación: casi no tiene la posibilidad de volver desde el frente a Bengasi para visitar a su familia, ya que es el líder de la unidad de Salah, Mustafa, Taufik y Mohamed. Saad es ingeniero informático y decidió formarse en los campos de entrenamiento ofrecidos por el Ejército libio desertor para luego poder dirigir a un grupo de «thauar», que al principio no escuchaban sus órdenes ni reconocían su autoridad.
«Es difícil parar a los chavales cuando quieren meterse en los combates, pero siempre intento que los más jóvenes se queden atrás, que no sacrifiquen su vida de forma ilógica». Los «shabab» son el alma de esta lucha, que empezó siendo revolución y se ha convertido en guerra: su fuerza, sus sueños, sus esperanzas y su inocencia constituyen el único valor que posee su ejército improvisado, sin una estructura ni una estrategia. Los jóvenes del este de Libia empezaron esta guerra casi como un juego: desde Bengasi salían varios amigos en un coche en dirección al frente, dispuestos a morir. Eso fue lo que hizo Mohamed, a principios de marzo: después de varios días participando en la revolución de forma pacífica, decidió irse a combatir con varios de sus amigos del barrio, en el coche de su cuñado.
Con ganas de combatir
Con un uniforme militar robado de las fuerzas armadas de Gadafi y un brillo especial en sus ojos, el joven de 23 años llegó al frente cuando Gadafi intensificó su ofensiva y lanzó el contraataque. Quiere participar en uno de los denominados «comandos» que llevan a cabo operaciones prácticamente suicidas, lanzándose entre las filas enemigas para abrir paso a sus compañeros.
«Me han dicho que todavía no puedo hacerlo, porque mi alma no es suficientemente pura», que, como un joven cualquiera, bebe alcohol y, además, toma drogas de vez en cuando. Después de dos semanas en el frente, ha vuelto a casa para ver a su familia y recobrar fuerzas con la comida de su madre antes de volver a la guerra. El día de la reconquista del la ciudad de Ajdabiya, Mohamed se quedó dormido: era fin de semana.
Todos ellos viven ahora en el desierto libio, en improvisados campamentos donde se alimentan con poco más que chocolatinas y quesitos. Están sacrificando sus vidas en todos los sentidos, como no lo haría ningún soldado profesional, porque están luchando por su propio futuro y el de los demás libios corrientes.
Roma y Berlín preparan una propuesta de alto el fuego
Italia y Alemania preparan una propuesta de alto el fuego para Libia en el que además incluyen el establecimiento de un «corredor humanitario permanente» y contemplan el exilio de Muamar Gadafi, reveló ayer el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Franco Frattini. «Tenemos un plan y veremos si puede ser traducido en una propuesta italiano-germana, quizás en un documento común que pueda ser presentado este martes», en la Cumbre de Londres, declaró Frattini en una entrevista al diario «La Repubblica».
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