Barcelona

La caída de un mundo

Naomi Klein llamó a Michael Winterbottom para que la ayudara a convertir su voluminoso ensayo sobre los efectos del neoliberalismo económico en la aldea global de los últimos treinta años en un documental de noventa minutos

La caída de un mundo
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Cuando Klein vio el resultado pidió borrar su nombre de los créditos porque pensaba que la versión definitiva carecía del rigor de su trabajo. Cuando Winterbottom y su colaborador Mat Whitecross presentaron «La doctrina del shock» en la Berlinale de 2009 no contaban con un montaje definitivo, y Klein aún no había hecho oficial su disconformidad. «Yo soy un optimista, y Naomi no», afirmaba un ojeroso Winterbottom. «Aún tengo esperanzas de que las cosas cambien y ella cree que todo el poder seguirá en manos de unos pocos que se aprovecharán de las desgracias de unos muchos».

A un cineasta tan impaciente como Winterbottom se le veía escéptico cuando hablaba de las dificultades de manejar cientos, miles de imágenes de archivo. «Resulta muy difícil elegir qué incluyes y qué dejas fuera», explicaba. «Y lo peor es que, como la película se desarrolla en varios países, el proceso de búsqueda de material fue agotador, y muy caro. Te sorprendería la burocracia que conlleva conseguir determinadas imágenes». El resultado se pasea por la dictaduras de Pinochet y Videla, la Perestroika, el huracán Katrina y el atentado de las Torres Gemelas, buscando su mínimo común denominador y se añade a la lista de películas que prueban que es un director concienciado, empezando por «Welcome to Sarajevo» y acabando por «Camino a Guantánamo». «Son películas que he hecho pensando en mis hijas, que heredarán un mundo cuya caótica historia reciente les afectará mucho más de lo que serán conscientes», apunta.

«La doctrina del shock». Sobredosis de Winterbottom
Dirección y guión: M. Winterbottom y M. Whitecross. Intervienen: Kieran O'Brien, Milton Friedman, Naomi Klein, Paul Bremer. GB, 2009. Duración: 100 minutos. Documental.
 
En la conferencia que Naomi Klein imparte en la universidad de Chicago, la periodista y economista canadiense nos advierte de que los efectos de un «shock» hacen que el hombre civilizado pierda su hilo narrativo, la estructura que organiza su historia. Klein establece un estimulante paralelismo entre los experimentos con cobayas humanos del psiquiatra Ewen Cameron, en la década de los cincuenta, y las teorías neoliberales del Premio Nobel de Economía Milton Friedman, que persiguen el mismo efecto desorientador en las sociedades en crisis. Lo que hacen Winterbottom y Whitecross con la tesis de Klein es paradójico: al caos impuesto por el «shock» le buscan un relato de alcance global que lo ordene, que vincule datos e interpretaciones para engrosar el libro gordo de las teorías conspiratorias. La sobredosis de información y la brevedad ansiosa de algunos de los montajes parecen eliminar los matices del pensamiento antiglobalización de Klein, pero también consiguen hacerlo más comprensible y seductor para un público poco acostumbrado a los manuales de teoría económica.