Estados Unidos
La sorpresa de octubre por César Vidal
Si hay algo que sabe cualquiera que conozca en profundidad la realidad de Estados Unidos es que las tormentas aparecen de manera inesperada, se dirigen hacia un destino incierto y tienen un resultado pocas veces previsto. La gran tempestad que se dirige hacia la costa Este de los Estados Unidos encaja perfectamente en ese patrón. Tanto Romney como Obama se han visto obligados a reajustar sus agendas. Romney canceló los planes que tenía para estar el domingo en Virginia y se desplazó a Ohio para acompañar a Ryan. Por su parte, Obama se ha visto obligado a desconvocar un acto que iba a protagonizar en Virginia al lado de Bill Clinton.
El sábado, Romney apareció por Florida apelando a una política conjunta de los dos partidos mientras que Obama se empleó a fondo en New Hampshire en un intento de asegurar sus cuatro compromisarios. El domingo, Obama estaba llegando a Florida, con un día de antelación, precisamente a causa de la tormenta. Por añadidura, el presidente ha cancelado una aparición el lunes en el condado del príncipe Guillermo, Virginia, y otra, el martes, en Colorado Springs, Colorado. Después, y tras pasar por Youngstown, Ohio, el presidente se dirigirá a Washington para desde allí observar la evolución de la tormenta. No es la única, desde luego, con la que tendrá que enfrentarse en los próximos días. El drama de Benghazi, que se saldó con la muerte del embajador norteamericano y de otros funcionarios, parecía haber agotado su trayectoria electoral.
El hecho de que Romney se hubiera apresurado a convocar una rueda de prensa para atacar a Obama había sido contemplado de forma negativa por la opinión pública y, tras serle afeada esta conducta en el segundo debate presidencial, el candidato republicano optó por no mencionar siquiera el episodio en la tercera confrontación. El tema había quedado totalmente orillado cuando la cadena Fox – de confesas simpatías republicanas – ha reiniciado los ataques a Obama. Ya el viernes, en el curso de una entrevista en una televisión de Colorado, un periodista preguntó a Obama si se había denegado ayuda armada a la embajada cuando se había producido el ataque. Obama se limitó a decir por dos veces que se iba a determinar quiénes eran los culpables y a castigarlos.
El golpe más fuerte lo asestó este fin de semana la Fox al proyectar varias veces un documental titulado Muerte y engaño en Benghazi. Según se afirmaba en este documental sobre la base de las declaraciones de algunos testigos presenciales, el anexo de la CIA solicitó respaldo militar durante el ataque a la legación y otro ataque acontecido unas horas más tarde. El mando de la CIA denegó la solicitud e incluso ordenó a sus hombres que no intervinieran. La orden fue ignorada por tres miembros del SEAL que llegaron hasta la legación y, tras intercambiar disparos, lograron rescatar al anexo de la CIA. No encontraron al embajador y regresaron al punto de partida solicitando nuevamente ayuda porque eran objeto de disparos. Las comunicaciones no se interrumpieron en ningún momento, pero una vez más se les denegó auxilio. La CIA, sin embargo, ha rechazado esta versión afirmando a través de su portavoz, Jennifer Youngblood, que "la Agencia reaccionó rápidamente para ayudar a nuestros colegas durante ese terrible evento en Benghazi. Además nadie en nivel alguno de la CIA dijo a nadie que no ayudara a los que estaban en necesidad".
El enfrentamiento continuó durante más de cuatro horas lo que hubiera permitido la llegada de aviones norteamericanos procedentes de la base de Sigonella a tan sólo 480 millas de distancia o fuerzas de operaciones del Tier Special One a las que se ordenó esperar. La justificación de esa conducta la brindó el jueves Panetta al señalar que "no se despliegan fuerzas para ocasionar daños sin saber lo que está sucediendo". De manera semejante, distintos funcionarios han señalado que hubo un período de varias horas en que se interrumpieron los combates por lo que los oficiales al mando llegaron a la conclusión de que el ataque había terminado.
La Fox ha señalado que hubo dos artefactos de vigilancia, los denominados drones, en las cercanías de Benghazi que pudieron enviar información detallada a la Casa Blanca, el departamento de estado y el Pentágono. Finalmente, las labores de rescate las llevaron a cabo las Brigadas del 17 de febrero, unas milicias libias favorables a los Estados Unidos. Con posterioridad, llegó desde Trípoli una Fuerza de reacción rápida –cuatro horas después del ataque inicial - que fue retenida 45 minutos en el aeropuerto porque no se contaba con transporte adecuado para trasladarla. La lectura de la Fox – que puede llevar semanas elaborando el documental – y de los republicanos es obvia: Obama no quiso ayudar a los ciudadanos atacados en la legación de Benghazi y ese comportamiento debería tener un coste electoral.
Sin embargo, de entrada, se ignora quién pudo dar las órdenes en la cadena de mando de la CIA para no enviar ayuda y más si cabe las razones quizá equivocadas, pero no necesariamente dolosas. A día de hoy tampoco se sabe si Obama o alguien de su gabinete estuvo informado en todo momento y mucho menos si la orden de no enviar fuerzas partió de ellos. Tampoco resulta fácil prever si esta campaña informativa incidirá en las elecciones. Los republicanos son más optimistas. Distintas fuentes consultadas señalan que si con esta campaña un 1,5 por ciento de ciudadanos deja de votar a Obama y otro 1,5 otorga su sufragio a Romney, el próximo inquilino de la Casa Blanca será republicano. El problema es que, en Estados Unidos, las tormentas, naturales o provocadas, siempre tienen un final incierto.
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