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Primas lejanas

La Razón
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Me iba a comprar una tele de plasma para ver el Mundial como una ricachona, con los pies en la mesa y con una clara con Casera en la mano, pero llega Hacienda a final de mes y ya saben Vds cómo es Hacienda para las personas maduras sin cargas familiares a su costa: un sacamuelas. Yo pago impuestos sin quejarme demasiado, no vayan a pensar. Excepto el día de cargo en la cuenta corriente, que amanezco con el carácter de un schnauzer enano, el resto del tiempo me siento en la obligación de hacerlo, mucho más cuando pienso en la pensión de mi madre, en la carretera que me lleva a verla y en su piso con vistas a una sede sindical. Este año pago menos que otros ejercicios y sin embargo, noto que el rejón es mucho más doloroso porque el panorama se avecina incierto y sobre todo, porque me he bajado el sueldo para contribuir a que mi empresa pueda seguir adelante sin tomar otras decisiones más duras, así que el colchón económico se ha quedado en cama de fakir.Total, que no hay tele de plasma. Tampoco se trata de una renuncia heroica: la tele de culo gordo funciona perfectamente y tiene el buen gusto de no sintonizar algunos canales a pesar del aparatillo TDT. Mientras archivas el catálogo de electrodomésticos para una ocasión más propicia, te enteras de alguna fatiga nueva por la que pasa un colega, de algún despido inesperado, de algún embargo a un conocido. Seguro que les suena. Te enteras también y casi al mismo tiempo de que a la Selección Española de Fútbol no le agrada responder a preguntas sobre las primas que va a cobrar si gana el Mundial. Te enteras de que Vicente del Bosque no sabe siquiera el montante que le tienen prometido, y cuando frunces el ceño, aparece un paisano y te llama demagoga y te recuerda que los «shavaleh» generan un montón de pasta, y que su carrera Se acaba pronto, y que se sacrifican un puñao por el deporte y el país, y que dan muchísima felicidad, como los hijos, y tú piensas que es verdad y al mismo tiempo piensas que es indecente. Quizá no muy indecente, sólo un poco, o muchísimo, pero el caso es que te suena raro que mientras todo el mundo se aprieta el cinturón, la Federación no se plantee siquiera un recorte por ética o por estética. Independientemente de que los jugadores hagan después con su dinero mucho bien de manera particular, me van a perdonar, pero algo chirría.