Nueva York
El París más extravagante
La semana del «prêt à porter» estuvo marcada por colecciones de poco gusto y percances «on stage»
El calor, por irrelevante que parezca, fue el gran protagonista de la última Semana de la Moda de París, que concluyó el pasado miércoles y puso fin a la larga temporada de pasarelas internacionales que se inició en Nueva York a principios del mes de septiembre. Con temperaturas atípicas que rozaban los 30 grados y una humedad considerable, los cambios de estilismos entre los asistentes se multiplicaron. Una delicia para los fotógrafos de esa nueva categoría de moda conocida como «streetstyle» y que no consiste en otra cosa más que en hacer fotos a la gente que vista más… ¿Fashion? ¿Extravagante? ¿Bizarra? En fin, llámenlo como quieran. Estos ávidos cazadores de looks se reproducen a una velocidad vertiginosa y con ellos esos centenares de imágenes que «suben» a internet casi en tiempo real y que todo el mundo que asiste a los desfiles busca a continuación para comprobar si, con suerte, se ve reflejado en alguna de ellas. Es el nuevo triunfo de la calle.
Pero las altas temperaturas también provocaron que el desfile de Lanvin se convirtiera en uno de los más comentados de la semana. Y no sólo porque contara con la serena presencia de Julianne Moore, ejemplo de educación y elegancia infinitas. También porque el calor provocó que durante el show los presentes sudaran la gota gorda. Y eso, aunque no se trate de la ciudad donde nacen las tendencias –algo que realmente ocurre en Milán, no en París–, tiene poco glamour. Y si la sauna no pretendida de Alber Elbaz (director creativo de Lanvin) fue comentada, la caída de los asientos de la cuarta fila en el local de la rue Cassette donde se celebró el desfile de Balenciaga, también se recordará. Fue entonces cuando el público se puso en pie, incluidas Salma Hayek y Catherine Deneuve. Una voz en off así se lo pidió a los asistentes por miedo a que cayeran más sillas. Tampoco fue uno de los mejores desfiles para Nicolas Guesquière, eso seguro. Su exceso de volúmenes futuristas, asimetrías, mixes extraños y materiales de espuma no convencieron. Como tampoco lo hizo el espectacular número que Karl Lagerfeld maquinó para presentar su colección de Chanel. Eso sí, la puesta en escena fue alucinante, como siempre: convirtió el Grand Palais en un océano blanco e infinito, con corales incluidos, por cuyas profundidades vagaban algunos de los looks más feos que se recuerdan bajo la etiqueta de la célebre «maison». Sin sobresaltos pasó la presentación del libanés Elie Saab, apoyando firmemente la tendencia del color block con una sucesión de vestidos en colores joya y lisos como el ámbar, azul eléctrico o esmeralda. Valentino tampoco revolucionó, pero sus historiados y románticos vestidos con encajes, pedrería y transparencias, con el rojo y maquillaje como estrellas, dejaron satisfechos a público y crítica.
Gaudí inspira a McQueen
Sarah Burton para Alexander McQueen tampoco defraudó. Sus diseños, maravillosas obras de arte selectas y oníricas, se inspiraban esta vez en la arquitectura de Gaudí, un look que nada tenía que ver con la calidez en tonos pastel y detalles en 3-D de Louis Vuitton (Marc Jacobs, representante de la tendencia fetish este otoño-invierno, da un giro total), y tremendamente distante también, de la fluidez serena y delicada de la primera colección que para Chloé ha creado Clare Waight Keller. Oficialmente, la inglesa es ya una de las favoritas, junto a otra consagración: la de Haider Ackermann, colombiano de nacimiento, francés de adopción y nuevo «niño mimado». Deplorable fue el debut de Kanye West sobre la pasarela. El rapero, que insiste en expandir su «buen gusto» por el mundo, ha conseguido, por fin, hacerse un hueco en una fashion week con prestigio. Pero, aunque estuvieron apoyándole Azzedine Alaïa, los gemelos de DSquared o las Olsen, la crítica más rigurosa se ha cebado con su colección.
Al margen de las colecciones –y puede que incitados por el calor– los rumores se cocían entre bambalinas y fueron los otros protagonistas de la semana. Hay caras nuevas pendientes de confirmación: Tom Ford, a Louis Vuitton; Marc Jacobs, a Dior; y Raf Simons (actualmente en Jil Sander), a Yves Saint Laurent. Éstos son los tres cambios más importantes que más se han discutido y celebrado en los mentideros de la moda parisina. ¿La realidad? Ninguno ha sido aún confirmado, por lo que la expectación sigue siendo máxima.
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