Comunidad de Madrid
El desfile «antiabucheos» deja fuera a los generales
Mas y Patxi López se borran y delegan su presencia en Madrid
Ya sólo les queda esta mañana. Zapatero, Chacón, Bono y los ministros ya no sufrirán otro abucheo, otra retahíla de insultos por parte del público. Si, como vaticinan todas las encuestas, el 20 de noviembre las urnas les piden que se marchen, el Gobierno vivirá hoy su último día de la Fiesta Nacional, su último desfile. El abucheo «va en el guión», como comentaban el año pasado los afectados entre ellos, pero en esta edición puede que vaya algo mitigado. Primero porque el público estará mucho más lejos de lo habitual. La nueva ubicación de la tribuna, en la plaza de Neptuno, coloca el centro del desfile en la zona más estrecha de la Castellana. La tribuna real se situará enfrente de las dos únicas de autoridades que habrá. A ambos lados de ésta, dos acotados para invitados de Defensa, los ejércitos y la Armada y otros organismos oficiales. Y más allá, sin asientos y alejados de las tribunas más que otros años, los ciudadanos.
El intento de la ministra de Defensa, Carme Chacón, de establecer un protocolo «antiabucheos», que avanzó hace exactamente un año por el «espectáculo» de la edición pasada, quedó en agua de borrajas cuando el Gobierno fue consciente de la imposibilidad de llevarlo a cabo. A cambio, y para evitar sobre todo que el público silbe durante el homenaje a los caídos y la bandera, Defensa ha colocado pantallas gigantes a lo largo de todo el recorrido. De este modo, los asistentes tendrán claro cuándo se están desarrollando los hechos y cuándo es improcedente que abucheen y lancen improperios. De hecho, por los altavoces se pedirá respeto durante esos momentos puntuales.
La elección de la ubicación de la tribuna, tras el acuerdo entre el Ministerio y el Ayuntamiento de Madrid, ha impedido colocar más tribunas para autoridades y público, con lo que habrá ausencias significativas, unas por voluntad propia y otras por «recortes» de invitaciones. Entre las primeras destacan las de Artur Mas, presidente de la Generalitat catalana, que ha preferido que vaya su delegado en Madrid, y el presidente del Gobierno vasco, Patxi López, que ha delegado en un representante. Tampoco acudirán más diputados que los que pertenecen a la Diputación Permanente, ya que las Cámaras están disueltas. Por parte del Gobierno sólo faltarán, según las previsiones, la ministra de Sanidad, Leire Pajín, y el de Presidencia, Ramón Jáuregui.
Entre los ausentes involuntarios se encuentran los generales de División y vicealmirantes que no vivan en Madrid y todos los generales de Brigada y contraalmirantes. Esto supone que en torno a 80 generales, contralmirantes y vicealmirantes no han sido invitados al desfile. A cambio, y dado el carácter de Fiesta Nacional más «civil» que ha querido dar Defensa a esta edición, acudirá una nutrida representación de alcaldes de la Comunidad de Madrid y embajadores.
En ese marco «civil» del 12 de octubre participarán hasta 6 ministerios con diferentes actividades, habrá jornada gratis en los museos y puertas abiertas en los cuarteles generales. Todo para extender la celebración más allá del desfile, que pese a su nueva ubicación espera un lleno total. En él participarán 3.000 militares, 147 vehículos y 55 aeronaves. Pese a no contar con ninguna novedad reseñable, sólo que no participarán ni banderas ni representantes de ejércitos extranjeros, sí desfilarán veteranos de diferentes unidades, incluida la Aviación republicana de la Guerra Civil. También lo harán, como todos los años, los Regulares, que este año celebran su centenario.
La recepción que se celebra tras el desfile en el Palacio Real también sufre alteraciones. La operación del talón de Aquiles del Rey reducirá el besamanos de la recepción a la mínima expresión.
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