Novela

La noche en que se me apareció el Bu

La Razón
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De chico me asustaban diciendo: «¡Que viene el Bu!». Frase tan conocida como «el tío del saco» y otras inefables amenazas. Mi abuela, que era andaluza, tenía esta otra original y expresiva interpretación: « Si no te portas bien, vendrá la Maraúña y te llevará». Yo, como estudioso de la lengua, siempre he querido analizar el origen del Bu y de la Maraúña, el secreto de su nacimiento y adopción. Respecto a la Maraúña, mis deducciones no fueron más allá de asociarla con la «mala uña de una bruja», que solían tenerlas largas, rapaces y ponzoñosas. Habría que aceptarlo como graciosa y misteriosa contracción. Irracionalismo poético, muy propio del genio popular andaluz. Por orden de preferencias, a mí, lo que más me intrigaba de pequeño era la dichosa Maraúña, y me imaginaba su tipo amorfo y sus costumbres: que habitaba en los desvanes de la casa, y, cualquier ruido sospechoso, en la oscuridad de la noche, lo producía la Maraúña, saltando de una viga en otra. También podía salir al tejado y lanzar un grito angustioso, que sobresaltaba a los noctámbulos. Pero la raíz original de aquel dicho, siguió siendo un misterio. Lo más cierto, en cuanto al Bu, es que también se exclama: «¡Buuuh…!» para sugerir el misterio amenazador de las sombras, el soplo del miedo. Tampoco le encontré una raíz más concreta Pero, al cabo de los años, me esperaba una gran sorpresa. Todo un hallazgo filológico, como para gritar: «¡Eureka!». Porque una de estas noches –que paso medio en blanco y hasta muy tarde– , releyendo «La vida del Buscón», de Quevedo, de repente, se me apareció el Bu.

¿Como había leído tantas veces este pasaje, sin darme cuenta? Cuando Pablos de Segovia se mete a cómico y autor de comedias, refiere que escribió un auto, con sus correspondientes y tópicos demonios, que aparecían en escena exclamando: «¡Ri-ri!», al entrar y «¡Bu-bu!», al salir.

¡Bingo! Miren qué sencillo. Así que, el Bu, no es otro que el antiguo demonio del teatro sacramental español, vestido de rojo, a la vez temible, chistoso y grotesco; de una barroca ambigüedad.