Festival de San Sebastián
«Mundo injusto» la sorpresa griega
El Festival termina con más tristeza que empezó. Si la inauguración fue «Intruders», floja película de género, el cierre reserva una marcianada: en vez de hacer público el palmarés, como siempre, en rueda de prensa y celebrar la entrega por la noche, este año todo se hará en la gala de clausura, cuando los periódicos han cerrado sus ediciones. ¿Alguien se cree que en la ceremonia estarán los intérpretes y directores de diceciocho películas? Ni que fueran los Oscar.
Al salir de la proyección de «Americano», de Mathieu Demy, nos preguntábamos qué pinta este producto en el Festival. Demy también escribió y protagoniza este sinsentido sin interés en el que Salma Hayek simplemente está, y Carlos Bardem es un malo de opereta. En cambio, hay que destacar la fascinante «Mundo injusto», del griego Filippos Tsitos. Parece una cinta danesa o finlandesa, con planos largos, humor soterrado y gestos hieráticos. Es la historia de un policía juez que se compadece de aquellos a los que tiene que juzgar, con lo que se originan unos líos tremendos.
Si la anterior está narrada con inteligencia, no es el caso de la última a concurso, «Las razones del corazón», del sobrevalorado Arturo Ripstein, ganador de varias Conchas de Oro. Durante la proyección, hubo múltiples deserciones. Un filme torpe y en blanco y negro. El desastre de Ripstein era previsible.
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