Roma

Gaudí arquitecto genial cristiano ejemplar

La Razón
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Como ayuda a la preparación espiritual de la visita del Papa, la diócesis de Barcelona ha editado una catequesis sobre el servicio que presta al Santo Padre como sucesor del apóstol Pedro para enriquecer la acogida que hemos de dar todos a Benedicto XVI los próximos 6 y 7 de noviembre. En estas catequesis se presentan también unas reflexiones sobre la figura de Antonio Gaudí como arquitecto genial y cristiano ejemplar y sobre el templo de la Sagrada Familia.
Me parece que el acto de la dedicación del templo será también un acto de recuerdo del artista cristiano que lo ideó. Aquel día veremos el templo acabado en su interior, pero sobre todo lo veremos lleno de cristianos celebrando la Eucaristía presidida por el Papa. Veremos esta bellísima iglesia haciendo lo que ha de hacer, dedicada a la celebración del culto litúrgico para alabar a Dios por parte de toda la asamblea, armonizando liturgia y belleza.
Estoy seguro de que será también un día de alegría para el Santo Padre, quien valora mucho la iglesia de la Sagrada Familia y a su arquitecto, el siervo de Dios Antoni Gaudí, cuya causa de beatificación, como se sabe, ya se ha completado a nivel diocesano y ahora se halla en Roma, en la Congregación para las Causas de los Santos.
Gaudí fue el arquitecto de Dios y comprendió su profesión como una misión. Él sintió la urgencia de llevar el Evangelio y la presencia de Dios por medio de su obra al pueblo. Por eso tenía la costumbre de coronar sus proyectos con el signo de la cruz. Y deseaba que todas sus obras arquitectónicas acercaran a Dios a las personas que las contemplaban. ¿Quién no recuerda haber contemplado las torres del templo con aquella inscripción latina de alabanza a Dios? El mismo Gaudí lo explicó con estas palabras: «Estas inscripciones serán como una cinta helicoidal que se elevará por las torres. Todo aquel que las lea, incluso los incrédulos, entonará un himno a la Santísima Trinidad a medida que vaya descubriendo su contenido: el Sanctus, Sanctus, Sanctusque, al leerlo, le conducirá la mirada hacia el cielo».
Por todo esto, el acto de la dedicación del templo será un recuerdo entrañable del arquitecto, ejemplo de sencillez y de humildad, un verdadero ejemplo del espíritu franciscano de amor a la pobreza, de valoración del sacrificio expiatorio de los propios pecados y de admiración ante la naturaleza. Por eso, él consideraba que la contemplación de la naturaleza era su verdadera maestra. «Todo sale del gran libro de la naturaleza –decía él–; las obras de los hombres son ya un libro impreso. Este árbol próximo a mi taller, ¡éste es mi verdadero maestro!»
Muchas son las personas, sobre todo desde el anuncio de la visita del Papa, que visitan el sepulcro de Gaudí, situado en la cripta del templo. Gaudí se convirtió en un cristiano ejemplar al idear y empezar esta gran iglesia. Lo afirma Josep Francesc Ràfols, primer biógrafo de Gaudí, con estas palabras: «Se ha de tener en cuenta que cuando el arquitecto entró como director del Templo Expiatorio sus creencias religiosas no estaban suficientemente consolidadas». Y explica que le ayudaron a consolidarlas su dedicación al Templo y la amistad y las conversaciones con el obispo de Astorga, Joan Baptista Grau, hijo de Reus. «Así es –concluye– como el arquitecto llega a ser un creyente ejemplarísimo y propulsor de la liturgia, un genio de la luz mediterránea, dispuesto a servir a Dios».


Lluís Martínez Sistach - Cardenal arzobispo de Barcelona