Caterham

Bono y sus leones

La Razón
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Antes de que la realidad acabe de apretarle el nudo de la corbata a Zapatero, ha empezado la partida de dados para repartirse su túnica. Reconozcamos que en «la última hora», el presidente es como John Lennon, quien incluso con los dos pies bajo tierra siempre nos ofrece una última canción y después de la última, otra última. Uno se imagina a Lennon habiendo recibido las balas de Mark Chapman, y antes que hacer por despedirse de Yoko, sacar un papel pautado del bolsillo para, do-re-mi, contentar a la industria y a los chacales. Como la timba de reparto ha comenzado sin él, Bono ha silbado a los leones del Congreso, que no del circo, para que lo lleven hasta el centro de la pista. Los leones del Congreso, como cancerberos de la ley, están para no moverse; él, presidente puntual de la cámara, los tiene en usufructo. No se le ha visto con ellos en su hipódromo castellano-manchego, pero los lleva por delante cuando, desde su cargo, se pone en oferta. Y esta semana se ha puesto en oferta. Después de hablar de liebres, de frotarle la espalda a Rubalcaba, de cerrar las puertas del Parlamento para lucir su cabellera, de sudarse el apodo de «Bonofuente» por su repertorio de chistes, apenas le queda tener un arrebato de Bette Davis. Como ella, que ponga un anuncio por palabras en el periódico: «Actriz con amplia experiencia y ganadora de dos oscars…busca candidatura a la presidencia del Gobierno».