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Rayos letales por Fernando SÁNCHEZ-DRAGÓ

El escritor Fernando Sánchez Dragó.
El escritor Fernando Sánchez Dragó.larazon

Una persona acude al médico y lo primero que hace éste, en no pocas ocasiones, es recetarle una exploración radiológica. Puede ser una simple radiografía o una ristra de ellas, un examen visual a cala y cata o uno de esos barridos a los que llaman TAC (tomografía axial computerizada). Que los rayos X, imprescindibles a veces, pero sólo a veces, son nocivos y, en ocasiones, letales es cosa más que sabida, por lo que la cautela, en lo concerniente a ellos, se impone. Siempre me ha sorprendido la frecuencia con la que los médicos recurren alegremente a una herramienta de diagnóstico que debería utilizarse con cuentagotas. El doctor Niwa, japonés, del que ya hablé aquí mismo hace poco, y cuya autoridad en el campo del antiaging nadie discute, da (en un libro titulado «Radicales libres. Invitación a la muerte») cifras concernientes a los daños yatrogénicos de la radioterapia que ponen los pelos de punta. Doy algunas… Sólo dos. Un día y medio menos de vida por cada radiografía de tórax. A mí, y a cualquiera, nos las han hecho, desde la infancia, a granel. Excuso decir el bombardeo­ al que fui sometido en los días anteriores y posteriores a mi operación de corazón. Dieciocho meses menos de vida –¡agárrense!– por cada escáner de estómago. Es posible que el doctor Niwa se quede corto. Hace cosa de un año me hicieron un TAC abdominal. Tenía un cálculo uretral. El urólogo se asombró al saber que otro especialista me había aconsejado esa prueba, innecesaria, según él. Me dijo que la radiación recibida era equiparable a la de seiscientas radiografías. Me estremecí. Los tres factores de más peso en la aparición de radicales libres son los rayos ultravioletas, la radioterapia y los productos químicos. Yo que usted, lector, me lo pensaría dos veces antes de exponer mi cuerpo a las descargas de fusilería de los rayos X. Cada uno de ellos, dice Niwa, es como una minúscula bomba atómica que deflagra en el organismo.