Pekín
China se planta ante Merkel
La canciller alemana no consigue que Pekín se sume al frente anti Irán ni que concrete su participación en el fondo europeo de estabilidad
La canciller alemana, Angela Merkel, inició ayer una gira por China que promete ser tan breve como intensa. El rostro político más respetado de la Unión Europea en Asia tiene varios asuntos que tratar con los dirigentes de la segunda potencia económica. El primero de ellos, abordado nada más bajar del avión, está relacionado con las presiones que Estados Unidos y los aliados europeos ejercen sobre Irán para evitar que el régimen de los ayatolás desarrolle un programa atómico que podría derivar en la creación de armas nucleares.
Sucede que China es el principal cliente del petróleo iraní y suGobierno se ha opuesto enérgicamente a cualquier medida de presión sobre Teherán, una postura que el gigante asiático podría convertir en veto desde su silla como miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a la hora de aprobar resoluciones punitivas. Está en juego, recuerdan los economistas chinos, nada menos que el suministro de petróleo: el 11% del oro negro que consume China procede de Irán.
Merkel lanzó abiertamente el mensaje ante la prestigiosa Academia de Ciencias Sociales, aunque el dardo parecía destinado a alcanzar esferas más altas. «Si hablamos de las sanciones europeas contra Irán, la pregunta es cómo China puede hacer mejor uso de su influencia para hacer que Irán entienda que el mundo no debe tener otra potencia con armas nucleares», dijo, añadiendo que ya habíatratado el tema con el presidente chino, Hu Jintao, y con el primerministro, Wen Jiabao.Nadie confía en que las presiones de Merkel surtan efecto. Entre otras cosas, porque la segunda de las prioridades en su agenda es pedirle prestado dinero al poderoso Partido Comunista Chino. Se trata, en términos más técnicos, de apuntalar la ayuda prometida por Pekín para poner remedio a la enfermedad financiera que atenaza a la Unión Europea. El Gobierno comunista posee una ingente reserva de divisas extranjeras: 3.2 billones de dólares, una suma que ofrece un amplio margen de maniobra como prestamista. La respuesta del Gobierno chino, articulada por Wen Jiabao ante la Prensa, entró también dentro de lo previsible. Pekín no está dispuesto, dijo, a «politizar lo que es una relación comercial normal». O lo que es lo mismo: su Gobierno no dejará de comprarle petróleo a Irán, ni ejercerá presiones serias sobre la República Islámica, aunque públicamente no apruebe el desarrollo de armas atómicas.
Sí presta, pero no dice cuánto
Donde sí tendió la mano el primer ministro chino es en el papel de prestamista. China, aseguró, está considerando comprometerse de manera más estable con los fondos de estabilidad europeos, aunque evitó comprometerse en una cifra. En un segundo plano se abordaron las cuestiones comerciales, una vieja disputa entre las potencias occidentales y China.
Como el resto de países europeos, Merkel exige reciprocidad y juego limpio. Es decir: si la UE está cada vez más abierta a los productos chinos, Pekín debería hacer lo propio con los europeos y proteger los derechos intelectuales de las marcas y empresas extranjeras. En realidad, Alemania es uno de los países europeos cuya balanza comercial se ha beneficiado del auge chino, ya que sus exportaciones están lideradas por la maquinaria pesada, los automóviles, la tecnología y otros productos de alto valor añadido. En el otro lado de la balanza están las naciones cuya industria se había especializado en las manufacturas baratas, como Italia o España. Para ellos el ascenso de China está siendo mucho más negativo.
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