Extrema derecha

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La Razón
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Leo astrofísica para sobrevivir a la política española. Parece indiscutible que el espacio es curvo, y, como en un folio doblado, el comienzo se coloca a la misma altura que el final, y entre ambas partes bajan y suben unos denominados «gusanos» que comunican el futuro con el pasado, permitiéndonos viajar en el tiempo, de no ser porque no sabemos dónde se encuentran esos orificios teóricos. Si pudiéramos trasponer nuestros días a la mitad del siglo pasado, Churchill y Roosevelt, belicistas aristocráticos, pertenecerían a la ultraderecha, Celine o Cioran serían literalmente nazis, e Indro Montanelli un sobreviviente de Mussolini que le quería fusilar por poco fascista. La inteligencia socialista ha acertado suprimiendo la derecha del imaginario común y supliéndolo por la extrema derecha. De derecha extrema es el PP y sus simpatizantes, la Conferencia Episcopal, las víctimas del terrorismo, radios, televisiones y periódicos que tienen fieles seguidores, la fiesta de los toros y las procesiones de Semana Santa, las asociaciones provida y los fumadores, que también son ultras. Si rozas con un pétalo una mejilla socialista te sindican en la ultra derecha, y ni recuerdan la máxima de Ortega, que derechas e izquierdas suponen una hemiplejía moral. Es tal la brutalidad del diccionario socialista que si Cameron, Sarkozy o Merkel vivieran entre nosotros serían calificados de neonazis. Los problemas del país son tercos como mulas y el PSOE no ha podido cambiarlos. Sí ha tenido éxito en prostituir el significado de las palabras. Bipartidismo perfecto: benéficos socialistas y abominables ultraderechistas.