Búfalo
Niágara: un espectáculo natural sobrecogedor
El sonido que producen las «aguas susurrantes» cuando se desploman vertiginosamente por los 52 metros de desnivel del río y la enorme nube de vapor que emerge desde las profundidades nos revelan que estamos ante las majestuosas cataratas del Niágara.
El nombre de Niágara lo decidieron los indios iroqueses que vivían cerca de las cataratas, pues el impresionante ruido que producía la caída les hizo nombrarle como «trueno de agua». Esas aguas susurrantes fueron descubiertas por los europeos en el siglo XVII y suponen un enorme beneficio para las ciudades de Búfalo, en Estados Unidos, y de Toronto, en Canadá, además de convertirse en frontera natural.
En una parte de sus 56 kilómetros de recorrido, el río Niágara se desploma formando uno de los paisajes más extraordinarios del planeta: las cataratas más famosas del mundo, que han sido escenario de películas como la mítica «Niágara» con Marilyn Monroe y Joseph Cotten, y «Superman II», con el ya fallecido Christopher Reeve.
Aunque las cataratas se dividen entre Canadá (La Herradura-Horseshoe) y Estados Unidos (El Velo de la novia, también llamada «American Falls»), para disfrutar al máximo del espectáculo hay que situarse en la orilla canadiense, paseando por el bulevar Niágara, que con sus 44 kilómetros nos lleva, bordeando el río, hasta el precioso pueblecito de Niagara on the Lake (que llegó a ser la capital de Canadá), con unas preciosas mansiones inglesas decoradas con una gran cantidad de flores que dan color y calor al ambiente.
Durante todo el recorrido veremos cañones por los que desfila el bravo río, que forma grandes rápidos y en el que nos encontramos con uno de los inventos más curiosos de un español. Se trata del «Spanish Aero Car», una especie de teleférico que atraviesa las turbulentas aguas del río y que fue realizado por el ingeniero español Leonardo Torres Quevedo en 1916. El transbordador de 580 metros de longitud es un funicular aéreo que va de una orilla a otra del río Niágara y que discurre sobre un remanso conocido como El Remolino. Una placa de bronce, situada sobre un monolito a la entrada de la atracción de acceso, recuerda este hecho: «Transbordador aéreo español del Niágara. Leonardo Torres Quevedo (1852–1936)».
La visión de los rápidos del Niágara nos invita a regresar de inmediato para disfrutar del paisaje desde todos los puntos de vista posibles. Para tener una visión general de las cataratas, primero subiremos a la torre Skylon, que ofrece una magnífica panorámica. Imprescindible tomar nota del lugar en la plataforma desde el que mejor se ven las cataratas para volver a subir por la noche y disfrutar del espectáculo de luz que tiñe el agua con los colores del arco iris. La estampa es, si cabe, aún más sobrecogedora.
Las transparentes aguas del Niágara reflejan el color azul del cielo, cuando caen en un barranco que tiene cerca de 300 metros de ancho, y su enorme caudal produce una cortina de agua pulverizada que forma un magnífico arcoíris. Es el arcoíris el que nos acompaña durante toda la visita, atravesando el río desde una a otra orilla, y es también el que da nombre al puente que une Canadá con EE UU («Rainbow Bridge»). Al cruzarlo disfrutamos de la bajada a la Cueva de los Vientos, con unas pasarelas situadas al pie mismo de la catarata El Velo de la Novia por la que los más valientes pueden pasear para después secarse la ropa caminando por los jardines que nos llevan hasta la catarata de La Herradura, donde casi podemos tocar el agua del río cuando éste se desploma.
Un spa al aire libre
Resulta un espectáculo observar cómo aparece una marea azul que sube y baja en el embarcadero y llena los barcos repletos de turistas que desean vivir una experiencia apasionante. La atracción se llama «Maid of the Mist». Al acercarse el barco hasta el pie de la catarata, observamos unos túneles que se asoman por detrás de la cortina de agua. Próximos a ellos, sentimos cómo sería una ducha de chorros fuertes, en este spa particular llamado «Journey Behind The Falls».
Mientras esperamos que llegue la noche para ver las cataratas iluminadas, merece la pena recorrer la calle Clifton Hill, repleta de atracciones como si de Las Vegas en miniatura se tratara, aunque la estampa nocturna de esta maravilla natural será el recuerdo más imborrable.
Cómo llegar. La aerolínea Air Transat une Madrid y Barcelona con Toronto con varias frecuencias según la época del año. Teléfono 902 104 941.
Dónde dormir. El Hotel Double Tree Fallsview es un resort con spa de la cadena Hilton que presume de estupendas vistas a las cataratas. Destaca por su buena relación calidad-precio.
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