África

Ciudad Real

En España como en casa

Alonso Quijano el Bueno, Don Quijote, fantaseó sobre reinos e ínsulas lejanos, Gaulas y Trebisondas, pero ni en su día más alocado podría haber imaginado la abigarrada multitud que llegaría a La Mancha para rezar, desde países inimaginables para él, como Gabón, en África, o la República Dominicana, en el Caribe.

Qataríes con paella: Los jóvenes qataries recorrieron la ciudad del Turia a bordo de un autobus y no se resistieron a la paella. «Queremos conocer sus playas y su arquitectura y participar de todos los actos» organizados por el arzobispado de Valencia
Qataríes con paella: Los jóvenes qataries recorrieron la ciudad del Turia a bordo de un autobus y no se resistieron a la paella. «Queremos conocer sus playas y su arquitectura y participar de todos los actos» organizados por el arzobispado de Valencialarazon

Ayer la patria de Doña Dulcinea acogía un gran encuentro con peregrinos de todo el arciprestazgo. Al frente de un grupo de jóvenes polacas en El Toboso estaba el padre Stanislaw Chodzko, de una zona rural cercana a Bielorrusia.

«Cuando llegué a mi parroquia hace diez años organicé una discoteca sin alcohol y otras actividades para sacar a los chicos de la bebida, y la revista comunista del lugar me llamaba el Quijote con sotana, así que nos hace mucha gracia estar aquí en El Toboso», explica. El pueblo, de 2.000 habitantes, acogen también a muchos italianos. «Les pasó como a Sancho y Don Quijote, llegaron de noche y fueron directos a la iglesia. Por cierto, se dice "con la Iglesia hemos dado", no topado», explica el párroco, Juan Miguel Romeralo, citando el clásico en el precioso y macizo templo gótico.

«Cervantes, después de ser rescatado de Argel, vivió la experiencia de ser salvado, y de ahí sale un Sancho prudente, un Quijote que muere lúcido... da para buenos sermones».
En Campo de Criptana (Ciudad Real) celebraron anoche el gran encuentro de todos los peregrinos de la diócesis de Ciudad Real. Sumando a los anfitriones, unas 10.000 personas rezando juntos. Eslovenos, gaboneses, dominicanos, haitianos, polacos, italianos... fueron llegando a la blanca ciudad de los molinos. El ayuntamiento también dio facilidades y muchos de sus funcionarios se han volcado.

Cata de jamón

«A los eslovenos les gusta la comida manchega: el jamón, el queso, la tortilla de patatas...», explica Francisco Martínez, uno de los voluntarios. Los gaboneses Porfait, Natacha y Sathurnin también exhiben sonrisa y colores africanos ante los artefactos que el Quijote vio como gigantes.
La fe mueve montañas, o al menos a un grupo de jóvenes de Qatar. Los más de cinco mil kilómetros que separan la capital del Turia de su país, situado en el Golfo Pérsico, no han supuesto ningún inconveniente. «La distancia no importa. Queríamos compartir con las nuevas generaciones la experiencia de ver cómo entienden la fe otras culturas», destaca Severina Decosta, responsable y coordinadora del grupo de peregrinos. A sus 53 años, se confiesa una incondicional de este tipo de encuentros mundiales.

Recuerda con cariño a Juan Pablo II y quiere algún día, poder dar la bienvenida a Benedicto XVI en su país de origen. «Nosotros vamos a ti, ¿tú cuándo vas a venir a nosotros?» le preguntaría si tuviera la oportunidad. Sin embargo, no está segura de ser capaz. «Cuando lo ves, te quedas sin habla».

Precisamente, esta adoración es la que Decosta y los tres párrocos de la única Iglesia cristiana del país quieren trasmitir a los 65 jóvenes que les acompañan. Han dormido sobre el suelo del colegio de Museros, el pequeño pueblo valenciano que les acoge. Varias chicas se sinceran. Han tenido que dormir al aire libre por los ronquidos de sus compañeros. Keith d'Ainha, de 17 años y estudiante de biología, comenta en un perfecto español que la peregrinación tiene momentos difíciles que superan porque permanecen unidos. El más pequeño tiene doce años, pero es la excepción. La mayoría ronda la veintena.

Están ilusionados con su visita a la ciudad. Decosta se muestra sorprendida de la libertad con la que vive la sociedad española la religión cristiana. Su iglesia, Catholic Church of our lady of the Rosary Qatar, es la única del país y está custodiada por las fuerzas de seguridad y no fue fácil conseguir los permisos gubernamentales ni los fondos para crearla.

Sólo un aperitivo

Ávila es durante estos días un hervidero de peregrinos encandilados la ciudad de Santa Teresa. Concha Albarrán y su marido Luis acogen durante estos días a cuatro jóvenes holandesas de entre 17 y 25 años: Christianne, Céline, Lissane y Diana. «Trabajé como voluntaria en Angola y allí me sorprendió ver cómo la gente era capaz de darlo todo. También he vivido desde pequeña la generosidad de mis padres, dispuestos a abrir su casa a la gente cuando lo ha necesitado, por eso me ofrecí a acoger a peregrinos», explica Concha. «Estar con un grupo de gente joven que comparte su fe con entusiasmo es una experiencia sorprendente», dice Chistianne. Pero tanto Lisanne como Diana y Célin piensan que esto no es más que un «aperitivo» de lo que ocurrirá en Madrid en el encuentro con Benedicto XVI. También ha habido tiempo para la fiesta. Que se lo digan a Célin, que estuvo bailando la Macarena nada más llegar a Ávila.