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Japón

3-0 «Adieu» Lyon hala Madrid

El Real Madrid ha eliminado al Olympique de Lyon; por fin le ha ganado un partido. Venció con holgura y ha superado la barrera de los octavos en Liga de Campeones. Luxemburgo y la Juve, López Caro y el Arsenal, Capello y el Bayern, Schuster y el Roma, Juande y el Liverpool y Pellegrini y el OL son pasado que ahora, con Mourinho acreditando su fama de técnico triunfador y efectivo, forman parte de la leyenda negra del club.

Benzema celebra un gol
Benzema celebra un gollarazon

Un golazo de Marcelo, otro de Benzema y uno más de Di María han terminado por desterrar aquellos fantasmas. «Adieu» Lyon, ¡hala, Madrid!

Las estadísticas de Mourinho favorecían al Madrid: hace nueve años que no pierde un partido en casa; las de la Liga de Campeones en curso, también: sólo había concedido 7 tiros contra Casillas en los tres partidos jugados en casa, y ha mantenido la puerta cero; las de confrontaciones con el Olympique, sin embargo, netamente favorables al Lyon: en siete encuentros, tres victorias y cuatro empates. El último, 1-1 en el Gerland, resultado que concluía en la clasificación blanca.

No obstante, con Cristiano Ronaldo en el «once», fin de la incógnita, el Madrid salió al ataque. Jugó diez minutos de pasión, enardeció al público con su actitud más que con mil mensajes de socorro. Pero fueron diez minutos, lo que tardaron los franceses en enfriar el volcán. A partir de ahí, equilibrio. Con la estabilización llegaron las dudas sobre el acierto de la alineación de Cristiano. ¿Precipitada o no? Hasta que respondió al tiro de «Chelo» Delgado, que despejó con apuros Casillas, con un remate seco que envió a córner Lloris. Con el portugués, el juego del Madrid es menos versátil, menos combinativo, menos posesivo del balón; parece entonces que se enreda. Muchas veces son espejismos.

Después de media hora, el fútbol madridista no fluía porque el Lyon lo obstaculizaba y se manejaba con descaro al contraataque. Tanto que cumplidos los 30 minutos, Pepe y Carvalho ya habían sido amonestados. Demasiados nervios, no en Marcelo, cada partido más Roberto Carlos. Por su juventud, aguanta la comparación. Aprovechó el centro corto y de Ronaldo para internarse, regatear a Cris, sentar a Lovren y batir a Lloris. Un gol de «crack» que dejó a los franceses aturdidos. Pudieron encajar el segundo cuando Benzema remató el envío de Marcelo y el portero respondió con un paradón. Luego marcó en fuera de juego. Fin de la primera parte.

Tras el descanso, Briand se quedó en la caseta y entró Gomis, la pareja de Lisandro en el ataque. El Lyon tenía que haber marcado antes que Marcelo; después, ya le urgía. Puel intentó mejorar para empatar, por lo menos; pero se encontró con un rival muy superior que no perdía de vista a su portero. Lloris era la muralla donde chocaban Özil, Benzema, Ramos, Cristiano... Éste, Cristiano, es capaz de dar el toque preciso, como en la jugada del 1-0, o de desesperar a sus compañeros disparando balones que necesitarían franqueo para llegar a destino. Ronaldo es todo o nada, deslumbra o ciega, gesticula, se enfada, corre, frena, de ahí que cuando sin su concurso el Madrid ha jugado al fútbol, su ausencia haya resultado intrascendente.

Pero suma. A «CR» no se le puede discutir ni la ambición ni el talante ni la calidad. A Benzema, cada partido que pasa resulta más difícil ponerle reparos. Completamente integrado, juega, abre huecos, se asocia y marca. De ahí el 2-0, por entre las piernas de Lloris, el mejor de los franceses. Prácticamente resuelta la eliminatoria y con el Olympique a su merced, Mourinho quitó a Ronaldo a los 74 minutos, estuvo en su salsa, no excelso, pero cumplió. Entró Adebayor y Di María hizo el tercero, no fue una consecuencia del cambio. Es que no había color. No decayó cuando Granero suplió a Di María o cuando, casi al final, Benzema se fue entre aplausos para dejar su sitio a Lass.

Al octavo partido, la vencida y, visto el resultado de éste, parece que los siete anteriores fueron una quimera. No lo fue, sin embargo, ver a los jugadores del Madrid y del Lyon lucir al término del encuentro una camiseta de ánimo para Abidal. Noche redonda.


Con Abidal y con Japón
La UEFA no permitió que los jugadores de ambos equipos salieran al césped del Bernabéu con camisetas de apoyo a Abidal. El reglamento es así y el máximo organismo futbolístico europeo no se ablandó ni para dar ánimo a un futbolista en una situación como la del francés, que hoy será operado de un tumor en el hígado. Fueron el videomarcador y la megafonía los que enviaron el mensaje al defensa del Barça. Media hora antes del choque y justo antes del comienzo, apareció en las pantallas el rostro del azulgrana junto al lema: «Ánimo Abidal», mientras los altavoces anunciaban que el club blanco esperaba y deseaba una rápida recuperación del futbolista galo. Las camisetas que tuvieron que guardar antes del comienzo los dos equipos las lucieron con el encuentro finalizado. La leyenda era la misma: «Ánimo Abidal». La UEFA sí permitió antes del partido que se guardara un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la tragedia de Japón.