Presidencia del Gobierno
Agitando las aguas
En la campaña de 2008, Zapatero, que llevaba meses negando la crisis, le decía a Iñaki Gabilondo antes de la entrevista que iba a realizar en Cuatro, que a su partido, al PSOE, le convenía la tensión para ganar. Y es que es en las aguas revueltas donde mejor han pescado siempre los socialistas. En aquel momento las encuestas daban una ventaja estrecha, pero suficiente, a ZP pero aún así apostó claramente por la estrategia de la tensión para asegurar la victoria. Ahora, tres años y medio después, no hay un solo sondeo que no augure un descalabro a un PSOE con Rubalcaba al frente, desnortado y con una ristra de fracasos políticos y económicos sólo comparable a los cosechados por la UCD del año 82. Ante este panorama la decisión de agitar todo lo posible la calle parece más que tomada por los responsables de la campaña socialista. Desde las huelgas de los profesores en Madrid, hasta la permisividad absoluta con los llamados indignados que campan por sus respetos sin que la Policía pueda tocarles un pelo porque desde el Ministerio de Interior, tal y como han denunciado los sindicatos policiales, se ha dado la orden de mirar hacia otro lado. Nos esperan, pues, dos meses de tensión y, si Rajoy gana con la holgura que se anuncia, ya puede ir atándose los machos porque quienes han tragado carros y carretas con ZP en La Moncloa, van a intentar ponerle imposible al PP la gobernación de un país instalado en la incertidumbre y la frustración. La que están montando los sindicatos de la enseñanza en Madrid por el aumento en dos horas de su semana laboral, se compadece mal con ese cinco por ciento de merma en sus sueldos decretado por el gobierno de la Nación. Eso sí que fue un recorte y no lo anunciado por Esperanza Aguirre, pero ya se sabe que los sindicalistas de este país, o al menos la mayoría de ellos, se mueven por razones políticas e ideológicas, y no por la defensa de los trabajadores. Hasta ahora a ellos les ha ido de cine, y nunca mejor dicho, porque llevan viviendo de las subvenciones, como los de la ceja. Sindicatos, titiriteros y lo que queda del movimiento del 15-M, que no es otra cosa que radicales de izquierda alentados desde la calle Ferraz de Madrid, ya velan armas para intentar montar el gran follón y cargarle el muerto que deja el actual Gobierno central y los gobiernos autonómicos de los que los votos han desalojado al PSOE, a un PP que va a tener que tomar decisiones durísimas para salvar los muebles de esta casa común llamada España, que hoy es una auténtica ruina.
Si se cumplen las previsiones y el 20 de noviembre cambia el signo del Gobierno, con la prudencia que le caracteriza, pero con la mayor de las firmezas, Rajoy tendrá que explicar lo que se ha encontrado de verdad y los sacrificios que hay que hacer para enderezar el rumbo. Porque ahora, más que nunca, los españoles nos merecemos un gobierno que no nos mienta como ha hecho el actual durante años.
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