Crisis económica

Lentas e insuficientes por Isabel RODRÍGUEZ TEJEDO

La Razón
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Todo llega. En marzo parecía que esa cumbre de junio para comparar notas sobre el Pacto del Euro Plus (ese pacto con nombre de lavadora de rebajas que tanto ha dado para hablar y manifestar recientemente) no llegaría nunca. Y aquí estamos. Como cualquiera esperaría de un alumno que sabe que no ha hecho bien del todo los deberes, hay muchos nervios y algún esfuerzo de última hora en repasar lo más importante… por si sale.

En este caso, entre lo más importante destacan los temas de las finanzas públicas y, especialmente, la competitividad. Recordemos que el nombre original del pacto iba por ahí, hasta que lo cambiaron porque a muchos eso de tanta competitividad les sonaba demasiado alemán. A estos dos objetivos prioritarios se añaden también de manera destacada la promoción del empleo y la estabilidad financiera.

Si nos suena todo es porque estos cuatro temas han sido la clave de discusión de la mayor parte de nuestra política (o falta de política) económica reciente. Concentrémonos en las dos más sonadas en nuestro país: la competitividad y el empleo. Siguiendo nuestra costumbre, las reformas son lentas e insuficientes. Las hacemos tarde, a empujones, y solemos dejarnos las más importantes olvidadas. El pensar que estas apreturas se hubieran evitado en gran medida si hace seis o siete años las cosas se hubieran hecho de otra manera no consuela ni quita penas. Estamos aquí, ahora, y seguimos sin hacer nada.

Esa competitividad que se supone es la panacea no implica, necesariamente, bajadas de salarios. Pero, para qué engañarnos, es lo más probable. Si no se hace directamente, entonces posiblemente será la inflación la que se encargue de bajar los salarios reales. Podría haber medidas complementarias, destinadas a mejorar otros aspectos de la flexibilidad de las empresas, pero parece que ese frente está (al menos de momento) bloqueado.

A nadie sorprenderá oír que en empleo suspendemos, y por mucho. El examinar las tasas de desempleo juvenil y de largo plazo de nuestra economía nos va a sacar las vergüenzas, y la reforma laboral sigue la tónica de no reforma que, como el Quijote, parece enseña nacional. Si España, como país, tuviera un «facebook», yo diría que nos unamos a un grupo del que me han hablado recientemente: «Yo también dije voy en camino y ni siquiera había salido». No sé cuál será su «gracia», pero el título nos queda clavado.


Isabel Rodríguez Tejedo
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Navarra