Marruecos
El servidor más fiel del rey de Marruecos viene a Madrid
Charkaui siempre ha solucionado los asuntos más espinosos del trono
Mulay Taib Charkaui, de 61 años, actual ministro del Interior de Marruecos, no es hombre que se asuste con facilidad. Experto en «control de daños», este fiscal de carrera ha tenido que chapotear en los peores charcos de la historia reciente marroquí y ha sabido evitar, sin estridencias, que la más mínima mancha de barro salpique al trono.
Le acababan de colocar al frente de la fiscalía general de Casablanca cuando estalló en 1992 el feo «asunto Tabit». Se lo resumo: un jefe de Policía, Mustafa Tabit, obseso sexual, violador y proxeneta, había filmado a «todo Rabat» retozando con prostitutas y amigas en un apartamento trufado de cámaras. Quinientos hombres y mujeres, la mayoría con las suficientes relaciones políticas y sociales como para poner patas arriba el sistema. Y no era eso lo peor: la iniciativa de la investigación partía del propio Hasan II, que, buscando una depuración de la Policía, había abierto la caja de Pandora. Pero allí estaba el fiel y discreto Charkaui. El proceso, seguido por una opinión pública atónita y escandalizada, pasó sin rozar a quienes no se debía rozar. Naturalmente, el comisario Tabit murió fusilado.
Charkaui estuvo también en el escándalo del CIH, una banca semipública arruinada por conceder créditos a «gentes influyentes» que no los pagaban; en la llamada campaña de «limpieza», que entró a saco, sin distinción, en el mundo de los negocios y sus corruptelas; en la persecución del integrismo islamista, tras la oleada de atentados que comenzó en 2003, y, ya como presidente de la Corte Suprema, en la renovación del sistema judicial del reino, nombramientos de jueces y fiscales incluidos.
Quienes le auguraban un retiro dorado como ministro de Justicia se equivocaron. El rey, su primo lejano, le ha vuelto a requerir. Y el asunto no es sencillo: el dosier Sáhara se escapaba de las manos. El 28 de octubre llegó a en El Aaiún. El 8 de noviembre se arrasaba el campamento saharaui.
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