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La alacrana y los sondeos

La Razón
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El lobo feroz de los barómetros muestra su pata pezuñera por debajo de la puerta de la calle Princesa, y allí se remueven hasta las tumbas de los secretarios generales que un día fueron y hoy son pura rémora. Saura prepara su ataúd político y la posible sucesora observa como se oscurece el horizonte en previo aviso de gota fría. Saura se sacó de la chistera una alacrana para salvarse del desahucio, una alacrana que tiembla ante el mal tiempo y la pata pezuñera de los sondeos, por mucho que piense que la única y verdadera encuesta es la que sale de las urnas el próximo mes de mayo. Los sondeos asustan a los débiles, pero les advierten sobre el camino. Por eso, y por muy malos que sean los augurios la alacrana de la chistera de Saura debe pensar que aún tiene tiempo para corregir, sobre todo, intramuros, donde la mitad de su partido desconoce a seis meses de la gran timba quien es su candidato, es decir, la alacrana. Pujante es la serenidad de la izquierda, también la coherencia, mientras que en el PSRM se actúa en función de los delirios de otro posible difunto, es decir, Zapatero. Los sondeos son muy alentadores para quienes salen bien parados, pero del mismo modo que advierten al rival se presentan anestésicos para los primeros de la «pole position». Cuidado con los sondeos, pero no los perdamos de vista, porque al final toda variación sobre lo encuestado es un punto arriba o un punto abajo. Visto así, la alacrana de Princesa camina dispuesta al catafalco donde será sacrificada para justificar la ruina de los suyos. Por eso se retiró Saura, para permanecer agazapado ante el descalabro que se escrutina, y especialmente, de su propia mentora de la chistera.