Barcelona
ANÁLISIS: El principio del fin por Eduardo ESCARTÍN
El país, sea Barcelona o Madrid, tiene tendencia al anarquismo, lo que en principio no significa violencia. Cuando hay crisis política o social, las manifestaciones anarcoides se suceden.
El cantonalismo de la primera República en el que se quiso refundar a España a partir de los ayuntamientos con pactos sucesivos, todo presidido por un santo varón llamado Pi i Maragall es un buen ejemplo. Ahora, un sector de la población ha entrado en un happening o psicodrama. Es decir, unas sesiones de espiritismo político y así hacemos el exorcismo de la situación. Ni que decir tiene que todo continúa igual. Si a todo esto agregamos el espíritu noctivago de los últimos tiempos tenemos un botellón político, donde abundan más los excesos ideológicos que los etílicos.
La tradición hispana ante esta situación oscila del palo y tente tieso al «laissez faire» y que se pudra la situación. Como ejemplo la revolución zapatista que tuvo una provincia mejicana ocupada durante años y el subcomandante paseándose con un antifaz por todo el país. De todo este inútil pataleo sólo destacaríamos la sincronía de los movimientos como es el caso de Madrid y Barcelona y como la lengua común española ha sido la más utilizada.
Lo sucedido hoy en Barcelona, en la plaza Cataluña, con un desalojo forzado por imperativos del fútbol, lo cual nos ilumina que esto es lo más importante. Y que ciudades como Madrid o Barcelona, con su impresionante densidad de población no permite largas ocupaciones de su espacio público central. En la selva Lacandona puede uno estar debajo de una tienda meses enteros. Pero, en el centro de Barcelona, eso no puede durar mucho, por más que se planten coles en los jardines públicos. El paro es muy fuerte, pero no se soluciona sentándose en las aceras e ideando cuatro o cinco vaguedades. Aunque no nos gusta hacer de agoreros, esto puede acabar violentamente y con guerrillas urbanas dispersadas por el centro de lo ciudad.
O sea, que el recreo está a punto de terminar por las buenas o por las malas.
Eduardo Escartín
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