Estados Unidos
La peor despedida de Zidane
El Mundial 2006 es el menos histórico de todos porque es el último. Es el que menos esfuerzo de memoria requiere por parte de los aficionados para recordar lo que sucedió, que no fue otra cosa que el cuarto título para la selección italiana. El tan criticado «catenaccio» ofreció nuevamente más éxito que brillo, pero con su tradicional visión práctica del fútbol, en la que el resultado está por encima de todo, se quedó a un campeonato mundial de la poderosa y pentacampeona Brasil. Marcello Lippi trató de darle un perfil más bonito a la «azurra».
Pirlo era el jefe del centro del campo, el jugador de talento que hacía funcionar todo lo demás. Esta nueva propuesta del seleccionador transalpino fue válida, principalmente, para la primera fase. Después, con el paso de las rondas, los italianos fueron acercándose a lo que ha sido su filosofía. Se clasificaron primeros del grupo E, después de vencer a Ghana y la República Checa y empatar con Estados Unidos. Más tarde, necesitaron de la aparición inesperada de un actor secundario, el lateral Grosso, de una prórroga, y de los penaltis en el partido decisivo.La final ante Francia era la despedida del fútbol de un genio, Zinedine Zidane, y los que acabaron disfrutando fueron Materazzi, que marcó el gol del empate de cabeza, y Cannavaro, capitán de aquel equipo y elegido Balón de Oro unos meses después. «Zizou» abrió el marcador en el Olímpico de Berlín, pero el cuento no acabó bien para él. Dicen que Materazzi se acordó de la hermana o la madre del entonces jugador del Real Madrid, que contestó embistiendo contra el pecho de su rival. Roja directa y derrota, el peor final para uno de los mejores de la historia. «Zizou» no tardó en pedir perdón, pero reconoció que nunca se arrepentiría de lo que había hecho contra el defensa italiano.España jugó como nunca y perdió como siempre. Los octavos de final fueron el tope de la selección, que después de una primera fase brillante, le pegó un palo a la afición con una eliminación inesperada. Tres victorias, ocho goles a favor y sólo uno en contra era el equipaje con el que llegaron los de Luis Aragonés al primer cruce, la cuenta pendiente hasta entonces. Algunos insistían en que España no tendría mayores problemas para eliminar a los «ancianos» futbolistas galos. La corriente popular apuntaba a que «La Roja» iba a romper sus complejos históricos en los partidos a vida o muerte. La realidad fue que Francia se llevó por delante a la selección y casi a Luis Aragonés, que había asegurado que si no pasaba de cuartos presentaría la dimisión. El técnico no cumplió su palabra, menos mal que no se fue, y tras soportar las duras críticas empezó a construir la España que fue campeona de Europa dos años después.El de 2006 fue también el último para otra estrella, el brasileño Ronaldo, al que los kilos y las ganas de fiesta ya le hicieron ir muy justo a esta Copa del Mundo. Los anfitriones, esos que siempre ganan en este juego que inventaron los ingleses, se quedaron a las puertas de la final por culpa de Italia. Antes habían eliminado en cuartos a la selección argentina que mejor fútbol mostró en muchos años. Pero todo esto ya es historia, igual que los otros 17 mundiales disputados hasta ahora. El viernes comienza en Suráfrica uno nuevo, el número 19. Del que saldrá otro campeón. Las casas de apuestas y los que saben de esto dicen que puede ser España...
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