Crisis del PSOE
Gamberros por José Muñoz Clares
Soy ya demasiado viejo para la virtud activa; quisiera ser viejo también para los malos hábitos pero en ese terreno pueden más mis debilidades que yo y aún me meto en charcos como llamar (con mi Rector) gamberros a los sindicalistas vociferantes que dinamitaron la apertura de curso, megáfono mediante, mientras en Madrid energúmenos de la misma camada iniciaban una batalla con la policía que acabó con 60 heridos, 20 de ellos uniformados. El recinto estaba completo pero ellos querían entrar aunque no cupieran, lo que desencadenó la justa ira ciudadana. Aquí no; aquí pretendían impedir la presencia de políticos de la Comunidad Autónoma por haberlos hallado sumariamente culpables de los mismos recortes que me han costado un 20 por ciento del sueldo. La irracionalidad de las hordas revolucionarias, a tono con la ocasión «histórica», estaban por encima del rector que, con todo lo que lleva a cuestas, lo intentó y no pudo por lo mismo que pasa con las peleas, que si uno no quiere dos ni se hablan. Pero el premio se lo lleva Holanda, donde una chica lanza una invitación que acaba llegando a 30.000 personas de las que 4.000 se van al cumpleaños a montar bulla. Decepcionados por la suspensión del acto manifestaron su legítimo enfado destrozando escaparates, desvalijando un supermercado y destruyendo postes de la luz al estilo del sindicalista español que asalta bancos y supermercados para dar ejemplo de compromiso y dejar para la historia una imagen a lo Che, a medio camino entre Pancho Villa y Jorge Cafrune. El megáfono se impone a la razón, lo que equivale a que hemos renunciado a hacernos escuchar para hacernos oír. Las bocinas tiene la voz, como en Jericó. Veremos a dónde nos llevan.
✕
Accede a tu cuenta para comentar