Despejar ambigüedades

¡El 28 de noviembre elecciones!
Si en todo proceso electoral es deseable pedagogía y claridad en las propuestas, en éste más.
Esa claridad no sólo es una exigencia democrática y social, como ha reclamado el Presidente Montilla al anunciarlas, sino también es una necesidad económica. Porque si no se hiciera así los aventurismos y las incertidumbres podrían frenar las expectativas y los proyectos que necesitamos para abordar con éxito la salida de crisis económica.
Por eso, todos, y especialmente CiU por la importante posición que ostenta, deben abandonar sus ambigüedades. Deben cesar en esa sorprendente frivolidad con la que algunos afirman que «no pasaría nada» si el Parlament declarara la independencia unilateral o convocara un referéndum para conseguir tal fin, y tomar conciencia que no es cierto y porque, además, el derecho a decidir de la ciudadanía requiere saber a dónde se la quiere llevar.
La discrepancia no está en si eso debe hacerse mañana, dentro de un año o en otra legislatura, como se desprende de las endogámicas discusiones nacionalistas.
La cuestión no está en el ritmo sino el rumbo que se toma. Y eso es válido tanto en ese tema como para la orientación social y económica que se adopta para superar la crisis. Y para ello sobran todas las ambigüedades.