Historia

Sevilla

Eleuterio Sánchez «El Lute»: «No sirvo para la mala vida para la golfería»

Eleuterio Sánchez «El Lute»: «No sirvo para la mala vida para la golfería»
Eleuterio Sánchez «El Lute»: «No sirvo para la mala vida para la golfería»larazon

Reside en Niebla (Huelva), un pueblo que ni pintado para desaparecer, le digo. Y Eleuterio responde que algo desaparecido del mundanal ruido sí que está, que lo suyo, ahora, es escribir, leer, escuchar música clásica y caminar por el campo; a sus setenta años, no conoce achaques. Practica eso de «poco plato y mucho zapato», y le va bien. No le gusta que le llamen «El Lute», y aclara en seguida: «‘‘El Lute'' es el mito; Eleuterio es la persona», o sea, que «El Lute» es el lejano pasado y Eleuterio, el hombre que nació cuando salió de la cárcel en el 81 convertido en abogado, incluso antes.

–¿Y desde entonces se siente libre o...?
–Como todos, soy todo lo libre que nos permiten los mercados. La libertad es una entelequia, un sentimiento. La libertad no se da, la libertad se conquista, y yo he conquistado la libertad posible, la que hay.

–¿Qué foto odia de su pasado? ¿Quizá aquella en la que aparece con el brazo en cabestrillo entre dos guardias civiles?
–No me gusta verla, no. No es una película, ¿sabe? Es la vida real. Y la cuestión no es si se puede olvidar o no, la cuestión es si los demás te dejan olvidar. Olvidar parece imposible. No me afecta mucho lo que digan. Me he fabricado una coraza con mi criterio. No me creo el «san Eleuterio» ni el «Lute cabrón».
Escribió «Camina o revienta»; luego, «Mañana seré libre». Fue una catarsis, el diván de Freud. «Escribir es importante porque te hace arrojar todo lo que llevas dentro y te lleva a reflexionar; yo he aprendido mucho de los fracasos; de no ser por lo que he aprendido de los errores cometidos, hoy sería un idiota». Su historia está en el cine, en los libros y hasta en la música: le han cantado Boney M., Estopa, Haze, Sabina...

–¿Ha vivido del mito o huye del mito?
–Huyo del mito, pero hay que tener cierto equilibro: si me llaman para una conferencia, yo sé que me llaman por «El Lute», pero lo que yo hago es decir, bien, este fue «El Lute», ahora les presento a Eleuterio.

–Y le preguntarán por su valor, por su fama de tipo duro...
–Nunca fui un sietemachos. Siempre tuve mucho miedo.

–Fue abogado y defensor de los marginados. Lo dejó.
–Sí, me sentí impotente ante el panorama: el delincuente necesitaba más ayuda y orientación que mi defensa. Estudié leyes creyendo que podía hacer una pequeña revolución, pero pronto vi que no era posible.
En Madrid y durante aquellos días, se sentía como una parodia de sí mismo, se cansó de ser una pancarta y se fue. Quería mostrar que un hombre puede cambiar, lo injusto que es etiquetar, pero todo aquello, el «boom Lute», le superó. Vivió en Sevilla, en Extremadura, ahora en Huelva. Busca un poco de paz y cree que ha pasado del conocimiento a la sabiduría.

–Dice que es serio, normal, incluso un poco conservador...
–Soy un hombre de izquierdas, dice, pero muy moderado, casi de centro. Quizá lo sabio sea no ser de izquierdas ni de derechas.

–No echa en falta la aventura. ¿Qué echa en falta?
–Nada. Tengo cinco hijos, me llevo bien con ellos, y una compañera; sin una mujer no concibo la vida; no puedo vivir sin ella. No tengo mucho dinero, pero sí lo necesario; no me hace falta más. Soy austero.

–En 2009 hizo una petición para que se declarara nulo el proceso en el que le condenaron a muerte por un tribunal militar y una ley franquista...
–No se ha conseguido nada. Ya tampoco me preocupa demasiado. Sólo buscaba una satisfacción moral.
Le hizo mucho daño, cuenta, aquella falsa denuncia por malos tratos de su esposa, «para mí ha sido lo más doloroso en los últimos 30 años; a la denuncia le dieron grandes espacios; a la sentencia absolutoria, pocos; esto me hizo más escéptico, perdí fe en la gente; vi la malicia, lo ruin de muchos (‘‘¿veis como no era tan bueno como se aseguraba?''), las miradas que decían ‘‘se le fue la mano''. Y eso dolía mucho; aún duele; era el calvario que me faltaba, y aún me siento clavado ahí». Es un jubilado sin pensión, «antes, la cárcel no cotizaba». Escribe «Un paseo por la memoria». Es un paseo doloroso, dice, «pero también hay cosas buenas y placenteras».

–Por el camino ha perdido ingenuidad. Y algún vicio, me imagino.
–Nunca he tenido vicios. Porque las mujeres no son un vicio, ¿eh? No sirvo para coger una borrachera, no paso de las dos copas. La verdad es que no sirvo para la mala vida, para la golfería. Nunca he fumado un porro.
Está alarmado porque ha vuelto la delincuencia rural: «Ahora no se llevan una gallina, se llevan el gallinero». En la sala Montacargas de Madrid han estrenado «Eleuterio, historia de un hombre libre». No fue al estreno: prefiere estar recogido. En su Niebla.