Mar del Norte
Vivir intensamente la naturaleza por Teresa ALFAGEME
Viajar a Noruega es hacer una inmersión en la naturaleza, en un territorio en estado puro, cuidadosamente protegido, con los más bellos fiordos del planeta, extensas zonas vírgenes, imponentes montañas, impresionantes cascadas, glaciares de cuento, escarpados faros contemplando el Mar del Norte, verdes prados donde pastan apaciblemente vacas y ovejas y granjas tradicionales colgando al borde de verdaderos precipicios. Un tesoro en bruto que la Unesco ha incluido en su lista de Patrimonio de la Humanidad. Siguiendo los pasos de los antiguos barcos vikingos o de las antiguas expediciones polares, hoy recorren esta costa, la más laberíntica de Europa, los más sofisticados cruceros, que tienen que hacer operaciones maestras de atraque para entrar en estos fiordos que llegan a los 250 metros de ancho en el caso del Naeroyfjorden, el más estrecho de Europa.Viajar desde Oslo a Stavager y recorrer el fiordo Lysefjord, que se adentra 50 km en la costa, y donde se encuentra la famosa formación rocosa conocida como El Púlpito (Preikestolen), con sus 600 metros sobre el nivel del mar. Visitar Bergen, con esas casas de madera que construyeron los mercaderes alemanes de la liga Anseática en 1350 y que hoy permanecen intactas formando un conjunto de edificios catalogados como Patrimonio Mundial de la Unesco. Navegar hasta Geiranger y subir a la cima del monte Dalsnibba (1.500 metros) para disfrutar, si las condiciones meteorológicas lo permiten, de las cascadas de «Las siete hermanas» y de la vista espectacular del fiordo. Llegar hasta la idílica aldea de Flam, situada en uno de los brazos más interiores del fiordo de Sogne, el más largo de Noruega, que penetra más de 200 km tierra adentro, y hacer el recorrido de 20 km en el tren Flamsbana para contemplar la famosa cascada de Kjosfoss. Cuando cierras los ojos no sabes si todo es real o estás viviendo un cuento de Trolls. Los amantes de la naturaleza no se lo pueden perder.
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