PSOE
El PSOE teme que la «guerra de sucesión» divida al partido
Cuenta el relato basado en el Antiguo Testamento cómo el Rey Salomón le devuelve un niño a su verdadera madre para no partirlo en dos. Dos mujeres vivían en la misma casa y decían ser la madre del niño y ambas fueron a buscar justicia ante el Rey.
Dice la leyenda que el monarca ensayó una treta y ordenó partir al pequeño en dos. La madre falsa estuvo de acuerdo, pero la verdadera pidió que no dividieran al pequeño, renunciando así a reclamar a su hijo. De este modo, Salomón pronunció su sentencia y devolvió al niño a la verdadera madre: «Entregad a aquella el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre».
Sitúense los lectores en el siglo XXI, en 2011, y cambien a las protagonistas del relato por dos socialistas: Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón. Ambos parecen desear al mismo niño en forma de cartel electoral. Al primero se le ha situado en la carrera desde que José Luis Rodríguez Zapatero le nombrara vicepresidente del Gobierno. No porque lo haya admitido públicamente, sino porque el PSOE en bloque entendió que detrás de esa designación estaba el deseo del presidente de señalar a quién cedería el testigo en 2012.
Desde entonces, las especulaciones y la toma de posiciones no han cejado a la espera de que llegara el momento en que Zapatero anunciara su retirada. Ni el secretario general, ni José Blanco ni Rubalcaba pudieron imaginar que este asunto se les fuera en tan poco tiempo de las manos. Parecía todo tan perfectamente diseñado que unos (los «rubalcabistas») dieron por hecho lo que no estaba tan claro, y otros empezaron a moverse para frenar los movimientos para que Rubalcaba sea designado, no por aclamación, pero sí con el apoyo cocinado de antemano del poder orgánico del partido. Primarias, sí –porque lo determinan los estatutos del partido–, pero sin más candidato que el vicepresidente primero. Eso es lo que desean quienes le arropan.
En el otro lado, el llamado frente «antiRubalcaba» se ha organizado ya en torno a la ministra de Defensa, Carme Chacón, que aunque tampoco ha reconocido en público sus intenciones, no las ha negado. La que se autodenomina «hija de Felipe» (en alusión al otrora presidente del Gobierno) lleva meses dedicada, además de a las Fuerzas Armadas, al conciliábulo, la conspiración y el cortejo político y mediático en busca de apoyos por si al final decide dar el paso.
De momento, esta semana ha convulsionado al «aparato» del partido por el sonado desayuno informativo en el que fue presentada por la ex vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega, con quien no ha compartido durante años más que su profunda animadversión por Rubalcaba. Chacón no habló de candidaturas, ni de candidatos, ni de sucesores, pero su mensaje fue diáfano: a los candidatos los eligen los militantes en unas primarias, y no en la mesa camilla de Ferraz.
«Sólo pienso en trabajar»
La respuesta no se hizo esperar y llegó por boca del mismísimo Rubalcaba: «Soy vicepresidente y sólo pienso en trabajar. No me podría mirar al espejo si me dedicara a otra cosa». Y desde entonces no han cesado los golpes a la ministra de Defensa para situarla frente al espejo de la realidad socialista. ¿Preguntar a las bases? La dirección federal las ha sondeado, claro. Cada fin de semana en los actos de partidos, el más reclamado es Rubalcaba, dicen. «No piden a Zapatero, no piden a Chacón, no piden más que a Rubalcaba», aseguran desde el Comité Electoral. «Le reciben con la coral de presidente, presidente, que tenemos que acallar en cada mitin», cuentan desde la dirección federal. Pero es que, además, en las encuestas internas el vicepresidente gana de calle. Chacón no aparece hasta el cuarto lugar.
La ministra ha logrado esta semana llevar al PSOE el debate que le interesa al PP, en el que Zapatero pidió a sus barones que no entraran: la sucesión, los líos internos y la pugna por el cartel electoral. «¿Cómo es posible que la misma semana en que Rajoy ha proclamado a Camps candidato a la Generalitat se hable sólo de Chacón y Rubalcaba?», se preguntan en Ferraz. Así que la ofensiva, ahora, del Comité Electoral que dirigen José Blanco y Elena Valenciano pasa, primero, por desmontar «la falacia» de quienes apoyan a la ministra en relación a que «hay una operación oscura para aclamar a Rubalcaba frente a la supuesta brillantez y democracia de Chacón». Apelan por eso a los estatutos, que prevén primarias para elegir candidato, pero además advierten de que ni Rubalcaba ni el Comité Electoral emularán el cuento de Salomón. «No vamos a dividir al PSOE, que se lo quede Chacón», avisan.
Maniobras de distracción
El vicepresidente primero no está dispuesto a ir a unas primarias que dividan al PSOE ni que reediten la guerra entre Almunia y Borrell de 1998. Vaya, que no partirá al niño como Salomón. Y el principal motivo es que un escenario semejante «nos sacaría directamente de la campaña electoral». Así pues, la estrategia pasa por salir de todo tipo de «maniobras de distracción» y hacer campaña sólo para los candidatos a las elecciones de mayo. Y en eso están con la colaboración, dicen, de José Bono, que «está para ayudar a ganar». El presidente del Congreso, a quien muchos han metido en la carrera de la sucesión, se ha puesto a disposición –y así lo cuentan en Ferraz– de Zapatero y el Comité Electoral. ¿La intención? A saber. Pero con Rubalcaba, Bono y Blanco del mismo lado, Chacón tendrá que pergeñar algo más que una nueva operación de marketing.
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