Un superentretenimiento

Seguro que hay por esos mundos de Dios críticos eruditos y muy serios que soltarán alguna proclama en contra del presente filme igualmente sesuda y repleta de citas (algunos con la boca pequeña por aquello del qué dirán) sobre «Los Vengadores», como si el cine comercial contagiase alguna enfermedad extraña e irreparable o, lo que es peor, pudiera meterse todos los productos con dichas pretensiones taquilleras en el mismo lote. Menos mal que Joss Whedon acaba de confirmar que se trata de un tipo listo (verán como habrá saga) y, también, que el blockbuster puede tener calidad y su nostálgico corazoncito. El guión, gazpachero como la serie de cómics que adapta, al cabo, cuenta la historia de un viejo conocido, Loki, que ha robado personalmente, con cuernos incluidos, el famosísimo Teseracto, lo que supone que la Tierra está en serio peligro. Conclusión de tebeo: el señor Furia decide llamar a un puñado de superhéroes para intentar salvar nuestro planeta. Espectacular, cargada de humor (tantas veces socarrón, gracias, Iron Downey Jr Man) e inteligente sentido del entretenimiento (el plano secuencia sobre Manhattan), hasta le perdonaremos esta vez a los creadores del invento una duración un poco excesiva porque numerosos espectadores se lo agradacerrán: a más vistosos ataques de la Masa, a mayor número de mandobles propinados por la Viuda Negra, el Capitán América o Thor, más palomitas les dará tiempo a despachar del combo gigante. Que de eso precisamente se trata. Y a mucha honra, doctor Banner; jamás le vinos tan verde, tan cabreado ni tan en forma.