Francia

Guédiguian y la mala conciencia

Director: Robert Guédiguian. Guión: R. Guédiguian y Jean-Louis Milesi, según un poema de Victor Hugo. Intérpretes: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan. Francia, 2011. Duración: 90 minutos. Drama.

La Razón
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Parece un mea culpa que, finalmente, se transforma en una autoreivindicación, una celebración onanista de la clase obrera que fue al paraíso, y, 30 años después de dar por terminada su lucha, se da cuenta de que el mundo ha cambiado, de que el proletariado tiene que robar a los de su especie para seguir adelante, de que el paro cortó las alas del futuro. Guédiguian admite que es posible que los que creían que el marxismo podía llevarse a la práctica se hayan convertido en malas copias de la pequeña burguesía, con sus casas con vistas al mar, su terraza florida y sus barbacoas, pero eso no les hace olvidar su conciencia de clase. Eso, dice, es lo que diferencia a los viejos sindicalistas de los actuales desempleados, enfermos de falta de fe en el cambio, de desencanto congénito. La cinta no gustará a los indignados, ni a los que no tengan a un buen samaritano a su lado dispuesto a ser Spiderman por un día, porque desprecia la figura del joven revolucionario.
Robert Guédiguian es eficaz despertando simpatías cuando caracteriza con ternura a las víctimas y al verdugo, sugiriendo que, en un mundo mejor, unas y otro deberían unir fuerzas para ser más felices. A la dimensión utópica del filme, casi de fábula a lo Capra, le corresponde su dimensión reaccionaria, que vota por los viejos tiempos, grita hurras por la bondad de los abuelos cebolleta del movimiento obrero y desconfía de las nuevas generaciones.